DAVID RUIPÉREZ-.  En un escenario marcado por la cronicidad, por pacientes cada vez mayores y pluripatológicos, pocos cuestionan que eso de que el paciente sea el centro del sistema sanitario debe dejar de ser una frase hecha para materializarse en una realidad tangible. Pero el llamado paciente experto –empoderado, implicado o activo- tiene su espacio y sus límites. Por una parte, ser consciente de su propia enfermedad y fomentar el autocuidado es positivo, siempre que no se lleve al extremo de ponerse en manos del llamado Dr. Google y tomar decisiones críticas sobre su diagnóstico y tratamiento ajenas a los conocimientos de los profesionales sanitarios. Pacientes y enfermeros han abordado si el llamado paciente experto es un aliado en la lucha contra su dolencia en la 3ª Jornada de Formación a Pacientes Anticoagulados y Cardiovasculares, organizada por la asociación AMAC.

Pilar Fernández, vicepresidenta del Consejo General de Enfermería, aseguró que “con la esperanza de vida actual en España, la cronicidad es el factor más decisivo para el devenir del sistema sanitario. Los enfermeros crónicos generan un 50% de los ingresos y un 60% de estancias hospitalarias y en Atención Primaria un 10% de los pacientes genera un 40% de visitas. Ocho de cada 10 euros del gasto sanitario tiene su origen en los pacientes crónicos.  Ante este panorama, se impone un cambio de paradigma y parte de ese cambio que garantice la viabilidad de nuestro sistema sanitario universal y gratuito pasa por que el paciente se implique en la gestión de su enfermedad”.

Por su parte, Almudena Santano, directora de Enfermería del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid), manifestó que “las enfermeras están las 24 horas del día en los hospitales o dedican mucho tiempo al paciente en las consultas de Primaria. Son unas “traductoras” de lo que el paciente busca y necesita. Les entendemos y les ayudamos para que se conviertan en pacientes activos, empoderados e implicados”.

La formación de los pacientes ocupó gran parte del debate. En opinión de José Luis Jiménez Arana, presidente de la Asociación de Pacientes Coronarios (Apacor), “algunas CC.AA. muy pequeñas, como Asturias, por ejemplo, tienen muy bien organizadas sus escuelas de pacientes. También Andalucía lleva mucho tiempo con ello y Madrid las ha anunciado, pero tenemos que seguir insistiendo para que no se quede en una declaración política y que se lleven a efecto”.

El bajo índice de asociacionismo en España, de apenas un cinco por ciento de los pacientes reduce la fuerza de sus acciones, según recalcó el presidente de la Alianza General de Pacientes, Antonio Bernal. “Es el momento de que incluso los especialistas prescriban ‘asociacionismo’, pues cuando una persona encuentra gente con su mismo problema encuentra muchas explicaciones que busca y se va a entender con los que se hallan en su misma situación”.

Según Ángel Zafra, técnico en Nutrición y paciente diabético, “el hecho de que haya pacientes expertos no significa invadir el campo del médico o la enfermera, pero los profesionales no siempre tienen tiempo y ahí sí los pacientes expertos sí podemos tener una parcela y la diferencia a veces está en el trato humano y la experiencia que podemos aportar a los demás”.

El uso de términos como el tan de moda paciente “empoderado” o incluso “experto” no es algo que genere consenso entre los participantes de la mesa redonda, que se decantaron mayoritariamente por el paciente “formado” o “informado”.

En este contexto, Juan Manuel Ortiz, presidente de AMAC explica que “esperamos que la Comunidad de Madrid siga colaborando con nosotros en el impulso de este tipo de iniciativas de formación a pacientes y se convierta así en un referente nacional”. El experto, que denuncia la “falta de equidad entre las distintas comunidades autónomas” pide que inviertan “muchos más recursos en la formación de sus pacientes anticoagulados, con el objetivo de mejorar su calidad de vida”.

En España, existen más de 800.000 pacientes que siguen tratamientos anticoagulantes para prevenir tromboembolismos venosos y arteriales, en particular el ictus cerebral y la embolia pulmonar. Sin embargo, las cifras de prescripción de los ACOD que actualmente se manejan en España se encontrarían en torno al 21%.  Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de defunción, en concreto las patologías relacionadas con el corazón son responsables de tres de cada 10 muertes (29,66%) que se producen en el país, por encima del cáncer (27,86%) y de las enfermedades del sistema respiratorio (11,08%), según el últimoinforme publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE).