GEMA ROMERO.- La intervención individualizada en la educación del paciente es eficaz para promover cambios estadísticamente significativos en la calidad de vida, los hábitos saludables, así como en la reducción de la depresión y la ansiedad postoperatoria. Así lo demuestra un estudio de revisión sistemática publicado en International Journal of Nursing Studies.

El 25% de los pacientes sometidos a cirugía de bypass de la arteria coronaria o de reemplazo valvular acaba reingresando en los hospitales por complicaciones durante los tres primeros meses de la recuperación. Invertir en la educación individual de estos pacientes, según los resultados de este estudio, produce efectos favorables sobre las tasas de reingreso, aunque no en porcentajes estadísticamente significativos. Donde sí se ha demostrado su eficacia es en los cambios de hábitos de vida, con una diferencia media del 3,45% y especialmente en una disminución de la depresión y ansiedad con diferencias del 23,32 y del 19,24% respectivamente.

Para llegar a esta conclusión, los autores incluyeron en su revisión diecisiete ensayos que incluyeron a 2.624 participantes en los que la educación individualizada del paciente fue la intervención primaria. Su objetivo era comparar la efectividad de las intervenciones individualizadas de educación del paciente con las intervenciones estandarizadas sobre la tasa de readmisión, el desempeño de comportamientos específicos de salud, la depresión, la ansiedad y los conocimientos durante el período de recuperación.

En la práctica

Para Suzanne Fredericks y Terrence Yau, de la Facultad de Enfermería de Toronto (Canadá), autores de este estudio, “lograr cambios en el comportamiento de los pacientes, dentro del contexto clínico, es posible a través de la implementación de las intervenciones de educación del paciente, pero para que estos cambios ocurran se debe enseñar a los profesionales a utilizar estrategias abiertas de comunicación con sesiones individualizadas para cada paciente”.

A su juicio, “estas sesiones deben comenzar inmediatamente después de la cirugía o cuando el paciente es capaz de interactuar conscientemente”. Como consejo para quien imparta las charlas sugieren que utilicen términos fáciles de entender y que adapten los contenidos a las necesidades reales de cada paciente.

Aun así, señalan que “el efecto de las co-intervenciones debe examinarse con más detenimiento para determinar su efecto potencial en los resultados relacionados con la salud”, por lo que son necesarias más investigaciones sobre la intervención “óptima” de educación del paciente.