MARCOS GÓMEZ JIMÉNEZ.- Juan Carlos Bermudo es coordinador de enfermería de la Unidad de Salud Mental del C. A. de San Juan de Dios de Málaga. También cuenta con un Máster en Cuidados Integrales de Enfermería en Situaciones Críticas y de Urgencias en el adulto de la Universidad de Málaga.
Es docente en cursos formativos de la Junta de Andalucía y Fundación Tripartita desde 2009. Miembro de la Secretaría Técnica de la de la Asociación Nacional de Enfermería de Salud Mental (Anesm).
– ¿Qué se está haciendo para eliminar todas las contenciones y medidas de sujeción para todos los pacientes?
Para reducir de forma considerable el uso de contenciones mecánicas con usuarios en el medio hospitalario o residencial hay que generar una cultura de trabajo en el equipo multidisciplinar, y más concretamente en los profesionales de enfermería que los atienden con el fin de que las valoren y analicen para activarlas en el menor número posible de casos. Además, siempre deberán ser consideradas medidas excepcionales ante una necesidad de seguridad concreta, llevándose a cabo de forma proporcionada, con la mínima intensidad posible, y durante el tiempo estrictamente necesario.
Para conseguir esta dinámica de trabajo, es importante realizar formaciones previas que capaciten a los equipos enfermeros en el abordaje de situaciones de riesgo en la seguridad del usuario, y realizar un análisis posterior a la medida con los profesionales de referencia para tratar de evitar la contención en el futuro. También es fundamental determinar con la Dirección si es necesario contar con más recursos humanos y materiales que ayuden a minimizar el uso de estas medidas.
– ¿Hay entornos en los que este tipo de medidas sean más comunes?
Aunque se está trabajando para minimizarlas e, incluso, eliminarlas en un futuro, a día de hoy se activan en distintos entornos asistenciales, y no sólo en el de salud mental donde yo me encuentro como enfermero. También en el residencial, como discapacidad y geriatría, así como en el hospitalario en unidades de cuidados intensivos, urgencias o plantas.
– ¿Cómo se puede eliminar esta práctica en todo el sistema sanitario y mantener a la vez la seguridad?
Es fundamental contar con un equipo multidisciplinar que esté sensibilizado con la aplicación de la contención mecánica, puesto que se trata de una medida coercitiva para la libertad de la persona. Sólo se puede aplicar con la excepcionalidad que merece. Esto solo se puede conseguir con capacidad de autocrítica por parte del equipo para generar esa cultura del cambio que permita minimizar o, incluso, por qué no, eliminarla en un futuro.
Y no menos importante es contar con profesionales que proporcionen unos cuidados adecuados a las necesidades de los usuarios desde la empatía, la escucha activa, la asertividad y la máxima individualización que sea posible.
También es importante contar con unos espacios lúdicos adecuados (deportivos, de convivencia, de reflexión o de descanso), así como estructuras y dispositivos terapéuticos alternativos (salas de confort, control de errantes, dispositivos de camas bajas, etc.…,) que permitan abordar situaciones de riesgo, sin necesidad de optar por las medidas coercitivas.
Por último, es clave mejorar la coordinación entre dispositivos para optar a los recursos adecuados en cada momento según la situación, evitando prolongar estancias en recursos que llegado el momento no sean beneficiosos para su proceso terapéutico, lo que a menudo les lleva a la frustración y al empeoramiento clínico.
– ¿Qué función tienen los enfermeros a la hora de mantener la seguridad de un paciente?
El papel de la enfermera para mantener la seguridad de un usuario es fundamental dentro del equipo multidisciplinar, ya que es la profesional responsable de su plan de cuidados. Tras la valoración adecuada de las necesidades que tenga el usuario en este aspecto, tendrá que diagnosticar estos riesgos y marcar unos objetivos que sean asumibles mediante la realización de actividades de cuidado.
Dentro de este plan de cuidados, también se incluirían las situaciones de riesgo, las cuales tendrán que ser analizadas para evitar el uso de medidas coercitivas como la contención mecánica en la medida de lo posible, buscando otro tipo de abordaje con los recursos disponibles que muchas veces nos llevará a tener que ser imaginativos.
Ni que decir tiene que no conseguiremos mantener la seguridad de nuestro usuario si no existe una coordinación adecuada de esta profesional con el resto del equipo multidisciplinar.
– ¿Con qué otras medidas se puede garantizar la seguridad de pacientes que ponen en peligro a los demás o a sí mismos?
Además de las ya mencionadas, destacaría la necesidad de empoderar al usuario en su proceso terapéutico y respetar sus deseos en la medida de lo posible. Con independencia del carácter voluntario o involuntario de su ingreso, o las medidas de apoyo que pueda tener, es importante tener en cuenta estos aspectos que bien abordados por todos los “actores” del proceso terapéutico del usuario, pueden contribuir a mejorar la seguridad clínica de los mismos.
Pero al igual que destacaría la necesidad de empoderar y respetar los deseos de los usuarios que cuidamos, también debemos devolverles la responsabilidad que ellos mismos tienen en sus procesos terapéuticos y en el éxito o fracaso de los mismos, considerando que no somos los profesionales sanitarios los responsables de “garantizar” su seguridad en todo momento, y sí ayudarles en la misma; algo que incluso podría suponer un cambio de paradigma en la sociedad, puesto que continúa siendo paternalista en la solicitud de las responsabilidades.