ÁNGEL M. GREGORIS.- Vivir sin casa, sin familia, sin recursos y sin ayudas puede derivar en trastornos mentales para aquellos que lo sufren, que pueden llegar a agudizarse con el tiempo si no se reciben los cuidados y el tratamiento oportuno. Se calcula que entre el 20 y el 30% de las personas sin hogar padecen uno de estos trastornos.
Para evitar estos graves problemas, un equipo multidisciplinar del Hospital Clínico de Madrid, integrado por profesionales de enfermería, psiquiatría, psicología y trabajo y educación social, se encarga desde 2003 de apoyar a las personas en situación de exclusión social para prevenir y tratar enfermedades mentales graves. Durante estos 12 años en los que se ha atendido a más de 700 pacientes, la iniciativa se ha visto reforzada con personal de la consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid y del Hospital La Paz.
El Equipo de Calle del centro recibe a los pacientes por dos vías. Una, la social, y otra, la sanitaria. En cuanto a la primera, los profesionales mantienen una estrecha comunicación con el Samur Social y una vez al mes se reúnen con ellos para detectar cuáles son los casos susceptibles de entrar a formar parte del programa. Por otra parte, cuando en una unidad de Psiquiatría de algún hospital atienden a pacientes sin hogar con trastorno mental grave, también los derivan para que ellos valoren cuál es la mejor actuación. “Nuestra función es favorecer o acercar los servicios sociales o sanitarios a la gente que debido a sus circunstancias no pueden llegar a ellos”, explica Javier Fernández Burgaleta, enfermero de la unidad.
El grupo más numeroso
La enfermería, con cuatro profesionales, es el grupo más numeroso del equipo, que se encarga de hacer un seguimiento a los pacientes, acompañándolos a las consultas de Atención Primaria y Hospitalaria, así como a Urgencias en el caso de necesitarlo. “Nosotros tenemos que administrar el tratamiento y muchas veces a pie de calle, pero en ocasiones estas personas muestran reticencias a la hora de tomarlo y tenemos que intentar explicarles los beneficios. En el caso de una negativa rotunda, respetamos siempre su voluntad”, afirma Fernández Burgaleta. En este sentido, el enfermero cuenta que en los casos más reticentes intentan encauzar el problema a través de la confianza. “Muchas veces somos su único contacto y el personal de referencia para ellos. Al final trabajamos con la relación y con el enganche personal para intentar hacerles entrar en razón”, resalta.
Actualmente, la unidad realiza el seguimiento de unos 250 pacientes, de los que la mayoría son hombres. “Antes había un 80% de pacientes masculinos, pero esto ahora está cambiando. Más de la mitad son inmigrantes y, de estos, la mayoría son africanos”, destaca Rafael Fernández García-Andrade, coordinador del Equipo de Calle.
Confianza
Uno de los momentos más importantes a la hora de atender a estas personas viene cuando deben ganarse su confianza. Para ello, cuentan con un equipo de enganche y otro de rehabilitación. Los primeros se encargan de acercarse e intentar que conozcan su trabajo. Después, comienzan el tratamiento y, según el perfil que tengan, se les deriva con un profesional u otro del equipo.
Una vez que estas personas siguen el tratamiento, el objetivo final del equipo es reinsertarlos en la sociedad y hacer que accedan a la red sanitaria y social normalizada. “A veces, por problemas de movilidad o falta de recursos, tenemos que desplazarnos nosotros hasta donde están ellos, pero lo que intentamos es acercarlos poco a poco a los centros de salud y que los vean como algo normal.
Muy gratificante
Aunque Javier Fernández sólo lleva trabajando unos meses en la unidad, reconoce que es un puesto muy gratificante “porque ayudas a la gente que más lo necesita”. “Es muy bonito poder estar con estas personas, pero a la vez es muy duro porque hay circunstancias vitales de los usuarios que te dejan helado y te las llevas a casa”, destaca el enfermero, que anima a las autoridades a que se creen más unidades como estas porque “si hubiese más equipos como el nuestro que detectasen a enfermos mentales y les diesen la medicación correspondiente, se evitarían situaciones violentas y mucho más cruentas”.
Para el coordinador, trabajar en una unidad como esta le supone un gran orgullo porque desde un punto social “ves como sacas a muchísima gente adelante”. “Es muy gratificante trabajar con ellos y aprender de las circunstancias de gente que está realmente muy necesitada y ver que cuando empiezas a ayudarles, ellos se enganchan y evolucionan rápido y muy bien”, puntualiza.
2 Comentarios
Juan
Necesito ayuda ya que mi familia no entiende mi enfermedad y no me cuidan
MARÍA
gran trabajo!! yo también soy enfermera, en Zaragoza, de un centro de parecidas características que trabajamos con el mismo perfil de paciente. Son gente que necesita mucho apoyo y es un trabajo muy enriquecedor.