ANTONIO C. GARCÍA / MANUEL J. GARCÍA.- Pocos acontecimientos han marcado más la Historia reciente que las dos grandes guerras mundiales. El mundo en llamas transformó la manera de concebir la vida y la muerte y las generaciones que las vivieron sintieron derrumbarse bajo sus pies todos los principios sobre los que habían construido sus vidas. En todo este proceso se transformaron las bases ideológicas del mundo contemporáneo, pero también se dio un salto cuantitativo y cualitativo en el conocimiento científico, en su aplicación a muchas profesiones y oficios y en la consideración de los principios humanos.
La enfermería fue una de las profesiones que durante el desarrollo de la I Guerra Mundial experimentó una mayor transformación, de tal manera que al finalizar el conflicto bélico la profesión había cambiado de manera radical sus principios y formas de actuar.
Cambios en la práctica enfermera
La presencia de enfermeros en los campos de batalla ha sido una constante desde mucho tiempo atrás y, así, por ejemplo, las flotas de guerra disponían de buques-enfermería para asistir a los heridos que caían en la lucha, al menos desde el siglo XVI. Sin embargo, la I Guerra Mundial trajo la aplicación de los últimos avances científicos a la contienda y un elevado número de nuevos ingenios y armas más letales hicieron su aparición a lo largo de los cuatro años de conflicto. Tanques, ametralladoras y gases venenosos de fosfeno y mostaza causaron heridas a unos niveles desconocidos hasta entonces y los efectos psicológicos de una contienda tan larga provocaron terribles secuelas en millones de soldados. Las enfermeras no estaban preparadas para hacer frente a esta realidad a comienzos de la guerra en 1914, por lo que tuvieron que transformar radicalmente su forma de trabajar para adaptarse a las características del conflicto.
Los cuidados de los enfermeros contribuyeron a la mejora de la salud de los soldados, a través de la aplicación de medidas de higiene en las intervenciones sobre las heridas, con la aplicación de nuevos medicamentos, como la Solución Dakin, en base al ácido bórico diluido, y el hipoclorito de sodio; a paliar el dolor con clorhídrico de cocaína como anestésico local y cloroformo como sedante y anestésico general en cirugía. Igualmente, la incorporación de las transfusiones sanguíneas representó la aplicación de nuevas técnicas de trabajo que exigía de enfermeras mejor preparadas.
Transformación de las instituciones
La I Guerra Mundial trajo la movilización de un importante número de enfermeras para cubrir las necesidades de la contienda, muchas de ellas voluntarias, trabajando tanto en la retaguardia como en hospitales de campo, en tiendas de campañas improvisadas, que se trasladaban según evolucionaba el frente de batalla. Todo ello significó la necesidad de una planificación rigurosa, rápida y eficaz, que se tradujo en el aumento considerable de las vidas salvadas. Sólo en el ejército norteamericano sirvieron 60.000 enfermeras en esos años, recibiendo una instrucción militar y una instrucción médica, que prestaban especial atención a los cuidados psiquiátricos. También la enfermería británica experimentó grandes cambios en esta época. El Servicio de Enfermería Militar Imperial de la Reina Alexandra, fundado en 1902, contaba al inicio de la Guerra con 300 miembros; al finalizar la contienda eran más de 10.000 las enfermeras que formaban parte del mismo.
Una de las grandes instituciones que experimentó cambios sustanciales durante estos años fue la Cruz Roja. Fundada en Suiza en 1863 por Henry Dunant, tuvo unos inicios difíciles, constituyéndose el Comité Internacional de la Cruz Roja como órgano encargado de dar forma a una institución que pudiera intervenir en los conflictos bélicos de forma neutral para los bandos contendientes. Durante la I Guerra Mundial la institución experimentó unos cambios sin precedentes. A finales de 1914 tenía unos 1.200 trabajadores y durante los años siguientes llegó a contar con más de 3.000 colaboradores, haciéndose más compleja su organización administrativa: a finales de 1914 se creó la Agencia Internacional de Prisioneros de Guerra y se fueron fundando servicios nacionales conforme los países iban incorporándose a la contienda.
Consideración social
En esos días también se vivieron impactantes cambios en el rol desempeñado por la mujer en la sociedad, aumentando el espacio público ocupado por ellas, inicialmente para reemplazar a los hombres que marchaban al frente. Una vez terminada la Guerra, la mujer siguió ocupando una parte importante de esos espacios y se acentuó la lucha por la igualdad de los derechos sociales, el derecho al voto femenino y el desempeño de tareas de responsabilidad. Las enfermeras ganaron en reconocimiento social e iniciaron un largo camino de lucha que les fue permitiendo ocupar un espacio cada vez mayor entre las profesiones sanitarias; una lucha que sigue en la actualidad.
ANTONIO CLARET GARCÍA MARTÍNEZ
Facultad de Humanidades Universidad de Huelva
MANUEL JESÚS GARCÍA MARTÍNEZ
Facultad de Enfermería, Fisioterapia y Podología Universidad de Sevilla