ÁNGEL M. GREGORIS.- “No podemos olvidar que los pacientes con trastorno mental grave presentan tasas excesivas de morbi-mortalidad atribuibles en gran medida a enfermedades físicas, siendo las endocrino-metabólicas y las cardiovasculares las más comunes. Estas patologías reducen la calidad de vida así como la esperanza de vida entre 15-20 años respecto a sus coetáneos. Por ello, es muy importante realizar desde la enfermería intervenciones basadas en la evidencia para mejorar no sólo la patología mental sino también la física”. Esta es la principal conclusión que se desprende de la investigación que está llevando a cabo Paula Zurrón, enfermera especialista en Salud Mental de Asturias, y su equipo (Raquel Junquera, Mª Almudena Pousada, Irene Mera y Ana García), que cuentan con financiación del Instituto de Salud Carlos III (FIS) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), a través de una convocatoria pública y competitiva.
El estudio, que comenzó en 2012, se titula “Comorbilidad física en el trastorno mental grave: diseño, intervención y evaluación de un programa para la mejora del estado de salud general del paciente” y pretende concienciar a los profesionales de enfermería de la necesidad de abordar este tipo de problemas. “La enfermera especialista en salud mental debe colocarse en una posición más comprometida con la prevención, el fomento de la salud, tratamiento y rehabilitación de la patología mental y física desde un abordaje más integral del paciente”, afirma Zurrón.
Descripción
En la investigación, el equipo ha realizado en un primer momento una descripción del estado de salud general del paciente así como del control/seguimiento que recibe por parte de atención especializada y Atención Primaria y, actualmente, se encuentra completando un estudio intervencionista de 12 meses de duración. La investigación consta de una fase de intervención mediante un programa de hábitos de vida saludables durante los tres primeros meses y de un seguimiento individualizado hasta completar el año del estudio.
“Es un hecho contrastado que las personas con enfermedades mentales graves como la esquizofrenia o el trastorno bipolar presentan tasas excesivas de mortalidad atribuibles a enfermedades físicas”, explica Zurrón, que busca elaborar programas de educación para la salud protocolizados con intervenciones basadas en evidencia, relacionados con los hábitos de vida saludables con el fin de prevenir y/o reducir los factores de riesgo modificables que dan lugar a un aumento de la patología física, incrementando de este modo la calidad y la esperanza de vida de los pacientes.
Otro de los puntos más destacables de la investigación es que la coordinación entre los diferentes niveles asistenciales, es decir, Atención Primaria y Especializada sigue siendo insuficiente en estos casos. “Tenemos que trabajar en colaboración y que tanto Salud Mental como AP y el resto de especialidades demos también importancia a la salud física y no sólo a la patología mental”, destaca.