ÁNGEL M. GREGORIS.- Una decena de niños saharauis acuden cada verano al Hospital de Fuenlabrada donde se les hace una revisión completa y se les ayuda con sus hábitos de salud. A través de la Asociación para la Cooperación con el pueblo Saharaui Río de Oro, estos menores llegan a España y durante dos meses aprenden el idioma y se integran en la sociedad más allá del campo de refugiados en el que viven el resto del año. Enfermeras, médicos y auxiliares buscan a través de estas consultas que la estancia de los pequeños sea lo más grata posible. “En la entrevista que hacemos durante la consulta nos informamos de distintos hábitos que tienen como la alimentación y también desde el punto de vista del juego y el ocio, que es muy importante”, afirma Fernando Muñoz, encomienda de supervisión del Área Pediátrica del Hospital de Fuenlabrada (Madrid).

Para el pediatra Miguel Zafra esta es una iniciativa solidaria y de acogida en la que “detectamos, sobre todo, alegrías o algún tipo de dificultad de adaptación de los niños”. “Es una actividad muy positiva y muy gratificante, social y culturalmente. Suelen tener los problemas de vivir en un campamento de refugiados, a veces tienen piojos, dolores intestinales, pueden tener carencias nutricionales y alteraciones de la piel. Hay que prevenir la exposición solar, enseñarles a nadar, a divertirse de forma organizada y a convivir”, explica.

Desde la asociación reconocen que los que vienen por primera vez llegan con incertidumbre, pero luego se van contentísimos. “Vienen a lo desconocido, pero los que repiten ya están felices. Durante estos dos meses las familias nos volcamos más que con nuestros propios hijos porque necesitan esta ayuda”, destaca María García, una de las responsables de Río de Oro. Lola Agraz, también de la asociación, considera que lo más importante es que los niños vayan al médico y se alimenten bien porque allí no hay industria ni huertos y viven de la ayuda humanitaria. “Todas aquellas personas que quieran participar pueden hacerlo acudiendo al Ministerio de Justicia y pidiendo un certificado de delitos sexuales, otro de penales y después ir al médico para que te den un certificado como que en la familia acogedora no hay ninguna enfermedad psíquica ni contagiosa”, asevera Agraz.

Las familias de acogida se encargan de que los niños conozcan la cultura española y se comprometen a tratar aquellos problemas de salud que tienen o que puedan surgir. “Esta labor la hacemos desde el hospital porque en su momento tenían dificultades en los centros de salud del área para poder hacer un seguimiento de estos niños y desde aquí se decidió realizar las consultas en este centro”, cuenta Fernando Muñoz.

Revisiones médicas

Milagros Rivas, madre de acogida, ya ha repetido en varias ocasiones y reconoce que es una iniciativa estupenda. “Lo más importante son las revisiones médicas durante estos dos meses, pero luego vienen con nosotros a todos los sitios. Les llevamos a la playa, a la montaña, de vacaciones, al Parque de Atracciones… Son niños superagradecidos y están deseando volver luego con su familia para contarles todo”, puntualiza Rivas.

Además de esta iniciativa solidaria, el hospital madrileño colabora también con el de St. Joseph de Bebedjia, en el Chad (África) y fruto de su hermanamiento, profesionales sanitarios del centro acuden hasta allí para formar y ayudar a sus compañeros africanos. “EnganCHADos surgió a raíz de que un cirujano de este hospital pensó que allí necesitaban ayuda y hermanó los hospitales. Desde ese momento se ha trabajado muy duro para mandar gente y ver qué necesitan”, resalta Marisa López, enfermera de la Unidad Neonatal, que acaba de volver de allí.

Para ella, es una experiencia increíble, muy positiva, pero también muy dura. “Sales de tu entorno y ves que es lo que hay en el mundo. Durante el tiempo que yo estuve nos encargamos de localizar y comprobar en qué podíamos ayudar desde aquí. Hemos hecho mucha formación en lactancia materna con las matronas y enfermeras de pediatría y luego hemos ido resolviendo dudas que iban surgiendo durante nuestra estancia”, apunta.

Aun así, reconoce que “no puedes incorporarte a su trabajo como tal porque las enfermedades que hay allí no tienen nada que ver con las nuestras, pero desde nuestra llegada la gente es encantadora, te hace sentir como si estuvieses en casa y siempre están muy receptivos a todo lo que se les pueda ayudar”. Por último, López considera que sería importante también que viniesen algunas enfermeras y médicos de allí para conocer de cerca cómo se trabaja aquí.