A. ALMENDROS / I. BALLESTEROS / G. ROMERO.- El 24 de febrero de 2022 Rusia invadía Ucrania. Un episodio bélico que se convierte en el mayor ataque militar en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. “El día que empezó la invasión pensé en dejarlo todo y volver a mi país a ayudar”, explica Olena Skorobogatko, una enfermera ucraniana que vive y trabaja desde hace varios años en Navarra. “Finalmente me quedé aquí con el corazón dividido. Pensé en mi familia y mis hijos y aunque mi alma me pide ir a ayudar en primera línea no podía dejarlos aquí”, añade.
Desde entonces, se ha unido a un grupo de ucranianos que residen en Pamplona y juntos han hecho una cadena para ayudar desde España. “Llevamos a cabo recogida de ropa, comida… enviamos camiones a Ucrania o hasta la frontera y desde allí se envía a los distintos hospitales. Tengo que dar las gracias al Colegio de Enfermería de Navarra porque nos están ayudando mucho”, resalta.
Skorobogatko es de Vinniytsa, una urbe que se sitúa a unos 200 kilómetros al sur de Kiev. “En mi ciudad hay varios hospitales. Mis compañeras enfermeras me dicen que, aunque la ciudad no es de las más afectadas, no están preparadas para una guerra. No tienen ni materiales ni experiencia para trabajar con tantas heridas de bala, quemaduras, cortes… esto les genera bastante estrés”, resalta la enfermera. “Para poder atender estos casos hace falta experiencia y haber estudiado. Lo más complicado es cuando llegan muchos heridos de golpe. Por ejemplo, llegaron 80 soldados heridos y no había material, no sabían dónde colocar las camillas… pero poco a poco se han ido reorganizando”, prosigue.
Material
En otras ciudades ucranianas como Kiev, Mariupol o Dnipró la situación es más preocupante. “Usan las compresas de higiene femenina para cortar hemorragias o las gomas del interior de las ruedas para hacer torniquetes porque la falta de material es muy preocupante”, afirma Olena. Por ello, aprovecha para hacer un llamamiento: “Se necesita cualquier instrumental de uso hospitalario: material hemostático, para hacer torniquetes, férulas para fracturas, gasas, vendas, medicamentos antiinflamatorios, para el dolor, riñoneras de enfermería, mochilas de emergencias para médicos, Betadine, alcohol, guantes… Todo viene bien porque cualquier cosa les ayuda”, puntualiza.
Rudoi Oleksndr es cirujano en varios hospitales regionales del oeste de Ucrania. “En este momento mi ciudad no está peleando, pero estamos coordinados para ayudar en el área de operaciones activas. De momento, atendemos a los heridos que han sido tratados en zona de conflicto y necesitan recibir un tratamiento adicional. Estamos recibiendo ayuda de países europeos como Rumanía, Italia, Alemania y Polonia. Pero, aunque tenemos escasez de material, sólo nos quedamos con una parte de lo que recibimos, el resto lo transferimos a compañeros en la zona de combate. Por tanto, necesitamos vendas, analgésicos, antibióticos, material para cortar hemorragias, instrumentos quirúrgicos…”.
Asistencia en sótanos
En las imágenes que llegan del conflicto se ven a enfermeras y médicos atendiendo a pacientes en sótanos de hospitales a resguardo de los bombardeos. “Esto está pasando sobre todo en zonas que están siendo muy atacadas. Las plantas de los hospitales son espacios peligrosos, por eso los bajan a los sótanos con todo el material para seguir siendo atendidos. En uno de los hospitales maternoinfantiles las cunas de los niños estaban
cerca de la ventana y cuando explotó una bomba, aunque fue lejos, la honda expansiva hizo explotar los cristales y había bebés llenos de cortes y heridas. En algunos hospitales se ha procedido a llevar a cabo traslados a centros cercanos, pero en el caso de los críticos no se les puede mover porque su vida corre peligro”, argumenta Olena.
Muchas enfermeras llevan semanas sin salir del hospital, haciendo turnos de 24 horas. “Tiene tanto volumen de trabajo que no se pueden ir ni a su casa. O si justo hay un bombardeo en mitad de una operación tienen que seguir con su trabajo, no pueden ni bajar al sótano porque no pueden dejar al paciente. Su deber es salvarle la vida”, expone.
Envío de protocolos
“Cuando estudié Enfermería en Ucrania hace 20 años teníamos una asignatura de enfermería militar. Ahí estudiábamos un poco por encima cómo movilizarnos en el campo militar, cómo tratar el agua contaminada con químicos, improvisar una férula de cadera cuando no tienes nada de nada… Ahora no sé si tienen la misma formación, pero hay médicos y enfermeros que estuvieron en la guerra de Afganistán o Irak que están dando cursos de soporte vital básico en este tipo de escenarios”, resalta Olena. Ella, además de estudiar Enfermería en su país, volvió a cursar la carrera en España ya que no le pudieron convalidar su formación al llegar aquí. Ahora, aprovecha esos conocimientos para traducir protocolos de urgencias y emergencias que puedan servir a sus compañeras en estos momentos. “La idea es enviar algunos protocolos o guías de actuación en Urgencias y Emergencias para que puedan actuar más rápido y con eficacia. Ahora mismo los estamos traduciendo porque hay que hacerlo en ucraniano y enviarlos vía correo electrónico a los hospitales”, comenta la enfermera afincado en navarra.
Salud mental
La familia de Natalia, nombre falso, enfermera ucraniana residente en Valencia que prefiere mantener su nombre en el anonimato, vive en el este del país. Todas las mañanas lo primero que hace es contactar con ellos y reconoce que está llevando muy mal esta situación. Su abuela ha fallecido en estos últimos días. “Ella vivió también la Segunda Guerra Mundial y decía que no quería pasar por lo mismo. Finalmente ha muerto de un infarto. Fue enterrada hace unas semanas y no hemos podido ir a verla. Ahora, la salud de mi abuelo también ha empeorado, pero no quiere venir a España porque quiere morir en su país junto a su mujer”, explica Natalia.
Los refugiados se están desplazando a países fronterizos o a localidades cercanas que no están siendo atacados de momento. “En estos pueblos se están montando patrullas de vecinos para asegurar la zona porque están llegando muchas personas que pueden ser buenas o no, y esto está generando mucha inseguridad porque se han empezado a detectar robos y ocupaciones de casas. Nos recuerda a lo que vivimos en los años 90.
Además de la guerra, hay mucha inseguridad en las calles”, resalta la enfermera residente en valencia.
Asistencia
La labor asistencial a pie de cama está siendo clave, pero la psicológica también. “Se está dando apoyo psicológico a todo el que llega. Tengo una prima que es psicóloga y hace turnos desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche”, comenta Natalia. Esta enfermera expone que si en un escenario de no guerra los recursos sanitarios en Ucrania distan mucho de lo que tenemos en España ahora es mucho más visible: “Lo que hay aquí es un lujo, tenemos el material que queremos y cuando nos quedamos sin gasas, por ejemplo, podemos ir a coger más. Allí en Ucrania no es así. Cuando estudié Enfermería, en la época de la Unión Soviética, nos enseñaron que había que trabajar con lo que teníamos y hacer lo máximo para salvar la vida del paciente, sea de la nacionalidad, la religión o la cultura que sea. Mi profesora nos decía que éramos sanitarios y siempre había que salvar al paciente, aunque hubiese cometido el error más grande del mundo”.
En los hospitales de la ciudad de Natalia también falta material, “Sobre todo quirúrgico. Tengo amigos sanitarios que nos piden incluso cosas que aquí tiramos, como tijeras o bisturís. Dicen que lo pueden esterilizar. Incluso fármacos o material que desechamos porque caduca. A ellos les vale todo”, afirma. La mayoría de los refugiados prefieren quedarse en los países cercanos porque su objetivo es volver a Ucrania cuando todo termine. “Tengo varias primas a las que intento convencer de que vengan a España, pero no quieren salir. Algunas no quieren abandonar su casa y otras me dicen que sienten miedo porque hay mafias que aprovechan la
situación para robar a los niños y las chicas jóvenes. El problema es que muchas veces cuando intentan huir no saben a quien dirigirse”, resalta Natalia.
Acompañamiento
Elizabeth Garsia, enfermera ucraniana residente en Valencia, está colaborando de forma activa con las personas que llegan de la zona de conflicto y traduciendo a aquellas personas que precisan asistencia médica, dado que funciona diferente manera que en Ucrania. “Estamos recibiendo una avalancha de personas que está huyendo del país”, afirma Garsia. “La mayoría de los refugiados que llegan sufren estrés post traumático que va acompañado de dolor de cabeza, ataques de ansiedad, de un estado depresivo con tristeza dado que son forzados a dejar a sus familias, amigos y todos los bienes materiales y llegar a un país del cual no conocen el idioma ni el funcionamiento del país y pedir ayuda, algo a lo que no suelen estar acostumbrados”, prosigue.
Esta enfermera conoce a la directora médica del hospital general de Odessa, y “la última vez que tuve contacto con ella describió la precariedad que se está viviendo y la tensión a raíz de la situación bélica, la falta de medicamentos y de personal, se está funcionando con recursos mínimos en una situación de extrema tensión. Además, están bombardeando hospitales maternoinfantiles y orfanatos. Algo
desolador e inhumano”, comenta.
Pacientes crónicos
Los fármacos escasean. “Las personas con tratamientos crónicos, que no pueden abandonar el país, se están quedando sin medios económicos para poder abastecerse de la medicación. Además las farmacias no reciben más pedidos dada la situación por lo que peligra la vida de esas personas”, explica Garsia. “La semana pasada, desde una tienda ucraniana en Valencia, se han retomado los envíos de paquetes a ciudades ucranianas. Creo que sería una buena opción si se hiciesen envíos de medicación directamente a diferentes hospitales ucranianos para que puedan seguir prestando asistencia sanitaria de primera necesidad y poder seguir salvando vidas”, añade.
Hospitales de campaña
Los sanitarios que están en la frontera para asistir a los refugiados que huyen también están desarrollando una labor clave. “Habría que aumentar los hospitales de campaña en las fronteras con Ucrania y proporcionar medicación a pacientes crónicos. Dada la gravedad de la situación, creo que se debe dar más visibilidad de manera sencilla y comprensible para todos, así como agilizar los trámites de acogida para colectivos proponentes de Ucrania de extrema vulnerabilidad y aumentar la contratación de equipos sanitarios para ofrecer una atención multidisciplinar, donde además de médicos y enfermeros se incluya a psicólogos, para poder atender a esas personas de una manera holística”, argumenta Garsia. “Tengo la esperanza de que pronto termine todo esto como un mal sueño para todos, y creo que es posible si todos aportamos un granito”, finaliza.
Una llamada de emergencia
Desde hace semanas el Consejo General de Enfermería de España ya viene advirtiendo de la situación de conflicto que están viviendo en este momento todas las enfermeras ucranianas. Una situación a la que se enfrentan ya al límite de sus posibilidades. Y es que, pocas son las ayudas que puedan recibir estas profesionales para paliar el dolor, sufrimiento y agotamiento que viven desde que comenzó la guerra hace ya más de 30 días. Reflejar la situación actual de la enfermería en Ucrania resulta imprescindible para que el mundo entienda las condiciones de precariedad en la que se encuentran trabajando. “Las enfermeras de Ucrania están abrumadas por las dificultades que ha traído esta guerra. El hecho de que las ciudades sean bombardeadas día y noche y que se establezca el toque de queda hace que las enfermeras tengan que trabajar sin parar en condiciones inimaginables: en sótanos, sin el equipo necesario, con falta de medicamentos, sin electricidad e incluso sin agua. Los ucranianos huyen imparablemente de las ciudades más arruinadas e invadidas de Ucrania, tratando de encontrar lugares seguros para proteger a sus hijos y a los más mayores. En respuesta a esto, hemos organizado urgentemente puntos de asistencia local, donde creamos refugios cálidos con comida y agua, con medicinas y ropa y donde nuestras enfermeras son voluntarias y prestan ayuda sanitaria a todos”, afirma Stanislav Bilan presidente del Consejo General de Enfermería y Matronas de Ucrania.
Preocupación
En la capital de Ucrania, gravemente afectada en el conflicto y uno de los lugares clave, Aneliya, una de las enfermeras que está sufriendo en primera línea estos hechos cuenta que sienten preocupación por “la creciente falta de suministros médicos básicos, incluidos los torniquetes. Estamos formando en primeros auxilios a los civiles para que nos ayuden, pero necesitamos desesperadamente más suministros”. Asimismo, la presidenta de la Asociación de Enfermería de Ucrania, Tetyana Chernyshenko, que se encuentra ayudando y cuidando de los heridos que está dejando la invasión rusa contra el país demanda que “nuestra gente está buscando refugio en las estaciones del metro y las bombas están cayendo no sólo en lugares residenciales, sino también en hospitales. Hay mujeres que han dado a luz en los refugios”, asegura contundente.
Horrores
Desde el Consejo General de Enfermería de Ucrania hacen un llamamiento de emergencia para paliar el horror que están viviendo las enfermeras y enfermeros de Ucrania, que además están viviendo verdaderos problemas económicos desde el estallido de la guerra. “Las cosas más básicas son cruciales en este momento, por eso desde el Consejo General de Enfermería de Ucrania hacemos un llamamiento a todos los socios para que nos ayuden con todos los medios posibles. Necesitamos fondos para apoyar a nuestras enfermeras, ya que creemos que su duro trabajo debe ser remunerado para que puedan ganarse la vida. Todos los fondos que destina el Gobierno son para el apoyo militar y el ejército. Por lo tanto, el personal sanitario, incluidas las enfermeras se quedan atrás”, continúa el presidente.
Pero ¿cómo ayudar en una situación tan complicada? La respuesta tiene dos caminos sencillos. “El mundo puede colaborar ayudando a las personas que se quedan en Ucrania y que trabajan sin descanso para ayudar a las personas que sufren y a los soldados heridos, y por otro lado nos pueden ayudar permitiendo procedimientos rápidos y fáciles de empleo para los que buscan trabajar en otros países del mundo. El mundo entero puede hacer una increíble contribución para apoyarnos en este terror que hemos tenido que afrontar injustamente”, concluye el presidente de la organización.
Preocupación en el CIE
La situación en Ucrania preocupa sobre manera en todo el mundo. También en el seno del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), el máximo órgano de representación de la profesión a nivel mundial. Como cuenta Pamela Cipriano, presidenta del CIE, en declaraciones a ENFERMERÍA FACULTATIVA, “el CIE está en contacto con enfermeras líderes en Ucrania. Así hemos podido conocer las terribles condiciones en las que viven y trabajan las enfermeras. Muchas viven en los sótanos de sus hospitales, brindando la atención que tanto necesitan los heridos y los moribundos. También hemos escuchado, de nuestras asociaciones en los países vecinos —Polonia, Eslovaquia, Rumanía, Hungría y Moldavia—, el increíble trabajo que están haciendo para cuidar a los refugiados que están inundando sus fronteras. Estas personas valientes pero traumatizadas incluyen ancianos, discapacitados mentales y físicos, mujeres embarazadas y niños. Nuestras asociaciones en la región y los líderes de enfermería en Ucrania nos han hecho saber sus necesidades y estamos recaudando fondos y buscando las formas más efectivas de hacer llegar esta ayuda directamente de enfermera a enfermera”.
#NursesforPeace
De hecho, el CIE ha establecido tres formas en las que las enfermeras de a pie, así como las asociaciones nacionales de enfermería también pueden ayudar a las enfermeras ucranianas. Como enumera Howard Catton, director general del CIE, “en primer lugar, pueden donar dinero al fondo humanitario del CIE, que cubre las necesidades específicas identificadas por las asociaciones de enfermería. En segundo lugar, pueden firmar nuestra declaración conjunta y, en tercer lugar, pueden descargar y compartir nuestras imágenes en las redes sociales para apoyar la campaña #NursesforPeace”.
Para el CIE, “la salud y la paz son inseparables y las enfermeras tienen un papel central como cuidadoras y líderes. Creemos que al alzar la voz de las enfermeras de todo el mundo para mostrar nuestro apoyo a nuestras compañeras y al pueblo de Ucrania, podemos generar conciencia sobre los desafíos que enfrentan las enfermeras e influir en los gobiernos, las corporaciones y otros para poner fin a esta trágica guerra”, subraya Catton.