ÁNGEL M. GREGORIS.- El 21 de diciembre de 1937 Walt Disney estrenaba Blancanieves y los siete enanitos, el primer largometraje de animación y una de las películas más míticas e inolvidables de la historia del cine. Cuatro años emplearon casi 1.000 trabajadores para dar forma a una de las grandes obras maestras de la compañía. Pero años antes de Blancanieves, Disney ya había creado algunos cortometrajes y ocho décadas después sigue siendo, sin duda, el gran gurú en lo que a animación se refiere.
Su fama y trayectoria han hecho que el negocio de la factoría no se centre sólo en los filmes y dibujos animados, sino que se ha convertido en un imperio de hacer dinero. Merchandising, parques temáticos, espectáculos sobre hielo, musicales y exposiciones son sólo algunos de sus negocios a lo largo y ancho del planeta. El arte de contar historias es una de las muestras que tienen girando y hasta el próximo 4 de noviembre estará en el CaixaForum de Madrid. A través de cinco espacios (mitos, fábulas, leyendas, tall tales o cuentos norteamericanos y cuentos de hadas), la exposición hace un recorrido por la historia creativa de Walt Disney y acerca al espectador más de 200 piezas entre dibujos, pinturas, impresiones digitales, guiones y storyboards. Además, se proyectan algunos fragmentos de sus obras más famosas y documentales como el del inicio, en el que se explica el proceso creativo que tuvieron que seguir para que Blancanieves y los siete enanitos se hiciera realidad.
Niños y adultos
Merlín el encantador, El sastrecillo valiente, Hércules, La Sirenita, La Bella Durmiente y la actual Frozen son sólo algunas de las obras colgadas en las paredes de este espacio. Tras pasar por Suecia, Dinamarca, Sevilla y Barcelona, aquellos amantes de la animación pueden conocer más de cerca cómo se han creado algunos de sus personajes favoritos de ficción. Eso sí, a pesar de tener zonas más orientadas al público infantil, lo que es la muestra propiamente dicho gustará más a adultos que a niños y es que, como ya dijo el propio Walt Disney en 1951, “este tipo de entretenimiento milenario basado en cuentos de hadas clásicos no distingue entre mayores y pequeños”.
El arte de contar historias no decepciona, pero sí es cierto que, con 80 años a sus espaldas, se echa de menos ver alguna ilustración de varias películas míticas, que por un motivo u otro no tienen cabida en la exposición.