D.RUIPÉREZ.- La “víctimas” de la fiebre del «running» saben bien que tras esta sana afición se esconde un sentimiento de satisfacción personal y bienestar que pocos saben explicar. Esa sensación de euforia puede deberse, según científicos canadienses, a la leptina, una hormona que modula la sensación de saciedad a la hora de comer. Según una investigación llevada a cabo en ratones, los roedores con una actividad de esta hormona atenuada recorrieron el doble de distancia en una rueda que los animales normales. Esto sugiere que la reducción niveles de leptina envía al cerebro una señal de hambre a los centros de placer del cerebro que generan los efectos de recompensa y lo bien que se siente uno después de este esfuerzo físico.
“Basándonos en nuestro trabajo, creemos que esa caída en los niveles de leptina incrementa la motivación para practicar ejercicio como una forma de exploración y de búsqueda de comida”, explica la investigadora principal del estudio Stephanie Fulton, de la Universidad de Montreal (Canadá). “La investigación también sugiere que las personas con unos niveles de leptina ajustados a personas sin apenas grasa en su cuerpo –como los atletas profesionales de larga distancia como el maratón- podrían potencialmente ser más susceptibles a los mecanismos de recompensa del running lo que les invita a hacer más ejercicio”, añade.
La leptina es una hormona derivada de las grasas que envía señales al cerebro para informarle que el cuerpo tiene bastante energía. Previamente ya se había demostrado que unos niveles bajos de leptina están relacionados con la adicción al ejercicio –vigorexia- , grandes marcas en maratón y buenos entrenamientos en seres humanos. En ratones, además, estaba probado científicamente que corren más rápido y durante más tiempo. Sin embargo, lo que no estaba claro es el rol de la leptina en el “subidón” que le proporciona al corredor.
Distancia recorrida
En el estudio, los ratones genéticamente modificados para tener una falta de la proteína sensible a la leptina –llamada STAT3- corrieron nada menos que 11 kilómetros en la rueda, mientras que los normales sólo completaron 6. Pero además, los roedores modificados pasaron más tiempo en la zona de la jaula dedicada a correr, lo que sugiere que había un incremento de la sensación de recompensa al conseguir objetivos en la carrera.
Los investigadores creen que su trabajo puede arrojar luz en un futuro sobre la hiperactividad asociada a la anorexia ya que obviamente las personas afectadas por este trastorno de la conducta alimentaria también tienen unos niveles de leptina asociados a una constitución libre de grasa corporal.