ÁNGEL M. GREGORIS.- La hospitalización es un proceso traumático por definición para todos, pero si a esto se le suma la inexperiencia y el miedo de los menores, un ingreso o una consulta pueden llegar a ser uno de los peores calvarios para ellos. Ayudar a calmar la ansiedad y reducir el estrés de los niños es uno de los principales objetivos de los profesionales sanitarios, principalmente de las enfermeras, que son las que están diariamente a pie de cama. Una forma de conseguirlo es lograr que los más pequeños no sientan que están en un hospital en esos momentos a través de la humanización de los profesionales y de las instalaciones. Esta premisa es uno de los pilares fundamentales para el Hospital Sant Joan de Déu, en Barcelona, que año tras año ha ido viendo como incorporar iniciativas nuevas en sus consultas resulta muy beneficioso para estos pequeños valientes. “Si trabajamos con niños desde una visión integral de la atención, es imposible prescindir de la humanización. Es aquello que realmente nos permite acceder a la terapia que necesita el paciente para mejorar. La humanización es inherente a la profesión enfermera y al cuidado”, afirma Emma Gómez, directora enfermera del Hospital materno infantil Sant Joan de Déu.
Convertir la visita al médico o enfermera en una experiencia inolvidable es lo que logran desde el centro barcelonés con proyectos como los juegos interactivos sobre el cuerpo humano en el vestíbulo. Es decir, nada más entrar los pequeños ya pueden empezar a divertirse y dejar de pensar en lo que más tarde les harán. “Cuando se empezó el plan de obras del hospital se tomó la decisión de que tenía que parecerse lo menos posible a un hospital. Tuvimos que transformar los espacios, incorporando conceptos abstractos para que desde los 0 a los 18 años cada niño haga su propia interpretación. En el caso del cuerpo humano es un claro ejemplo, un paciente más mayor entenderá que estamos hablando de los sistemas principales y uno más pequeño verá colores y luces”, cuenta Mª José Planas, directora de experiencia de pacientes del hospital.
Para ella, esta iniciativa consigue que los niños noten ya de entrada “que estamos pensando en ellos, que nos importan y los padres vean también que están en buenas manos”. En este objetivo de la humanización, las enfermeras tienen un papel clave y deben atender a los niños desde una visión integral. “La enfermera, por definición, es el profesional que atiende la respuesta humana a la enfermedad y, por tanto, el abordaje humanizador es el que hace que la reacción terapéutica sea más productiva y contribuye a que el paciente se encuentre mejor”, subraya la directora enfermera.
Como parte de la humanización del centro también se llevan a cabo otras iniciativas. Este es el caso de la unidad de traumatología, que ha incorporado la realidad virtual para reducir el estrés de los menores al ir a quitarse una escayola. “Veíamos que la retirada del yeso les creaba un impacto emocional muy negativo. El hecho de quitárselo con la sierra eléctrica les genera ansiedad, miedo, terror e, incluso, dolor”, resalta Ana Gómez, enfermera de consultas externas de Traumatología del hospital.
A partir de ese momento comenzaron a utilizar unas gafas de realidad virtual para que el niño, a la vez que le realizaban el procedimiento estuviese tranquilo. “Es muy importante contar con este tipo de herramientas no farmacológicas porque ayudamos a que todo sea más rápido y el estado del niño no empeore”, comenta Ana Gómez.
Encarna Gómez, enfermera pediátrica del proyecto Hospital sin Dolor en Pequeños Procedimientos, apunta que es necesario cambiar el impacto que puede producir el hospital el primer día. “Si vieran que utilizamos estrategias que lo que hacen es intentar acercarnos más a ellos, a su mundo, al juego, a sus vivencias, conseguiríamos que en las próximas visitas cambiarán y fuesen mucho más positivas”, asevera.
Tras las gafas, los niños pueden ver diferentes vídeos. El más utilizado -cuentan las enfermeras- es uno del fondo marino porque les relaja, pero en algunos casos hemos incorporado la montaña rusa también.
Ellos, una vez que usas esta técnica, si tienen que repetir, piden hacerlo igual. “A los que más les atrae esta manera de proceder es a los niños mayores de siete años”, relata Ana Gómez. Algo parecido les pasa a los padres y también a los profesionales, que se sienten mucho más seguros y contentos porque ven que sus hijos están bien y no sufren en el momento de retirar el yeso. “No es lo mismo hacer un procedimiento a un niño que llora, lo pasa mal, tiene miedo, ansiedad y se rebela ante la situación que hacerlo en un estado de colaboración y relajación”, constata.
Un Comentario
Juana Ruiz
Buena iniciativa.
La sección infantil de muchos hospitales ha dado ese cambio hace tiempo.
Yo puedo hablar por ejemplo del HU LA PAZ. Tanto las instalaciones,como los profesionales van encaminados a reducir la ansiedad , y a que la estancia de los pequeños sea lo menos penosa posible.
Juana