ÁNGEL M. GREGORIS.- La Organización de las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer. La prevención y detección de estos casos es un reto al que se enfrentan las instituciones, pero no se debe olvidar a los hijos de estas mujeres que, directa o indirectamente son también víctimas de violencia de género.
“Los niños son los verdaderos invisibles y, afortunadamente con la ley de 2015 de Protección al Menor ya se incluyen como víctimas de violencia de género. Vivir en un entorno de golpes y de insultos, y presenciar la victimización de sus madres les crea una huella muy importante. Es un maltrato continuado que debemos abordar porque los niños son los que necesitan nuestra protección”, ha afirmado María Teresa Soy, supervisora de Consultas Externas en el Hospital 12 de Octubre (Madrid), durante la jornada organizada por la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud (EICS) y el Colegio de Enfermería de Lugo, en el Hospital Lucus Augusti (Lugo).
La también profesora de la EICS y la Universidad Francisco de Vitoria ha subrayado que las enfermeras tienen un rol imprescindible en cuanto a la detección, así como en el acompañamiento de los niños y las madres y en la prevención de que no se vuelva a repetir. “Hay que ser muy cauteloso y tener muchísima prudencia porque un silencio de hoy puede ser una puerta abierta mañana, pero tiene que ser la propia víctima la que nos de la pista”, ha constatado Soy, que ha puntualizado que lo que queda por hacer es formarse porque “la educación es la principal vacuna contra la violencia en todas sus formas”.
Salud mental
En muchas ocasiones las mujeres maltratadas, que son mujeres sanas en un principio, ven como tras las agresiones comienzan a sufrir también problemas de salud mental. Problemas como la pérdida del sentimiento de seguridad, de una vivencia súbita de indefensión, percepción de incontrolabilidad en el futuro y pérdida de confianza en sí misma y en los demás. “Estas personas además del trauma físico y toda la situación devastadora que se ven obligadas a vivir, tienen alteraciones afectivas y emocionales importantes, trastornos del recuerdo, consumo de tóxicos, sobre todo automedicándose, cambio de personalidad y repercusión en las creencias sobre uno mismo y la sociedad”, ha destacado María Inés López-Ibor, presidenta de la Fundación López-Ibor, durante su intervención, en la que también ha recalcado la necesidad de trabajar contra la autoestigmatización porque “hay muchas mujeres que se aíslan después de una agresión y la estigmatización es aún mayor”. Asimismo, ha resaltado la necesidad de no devolver a la persona al lugar que la hizo enfermar. “Muchas veces tratamos al paciente y le hacemos volver a aquella situación que le hizo enfermar, pues yo creo que aquí influyen muchos factores, desde la justicia, la educación, la sociedad, tratar que no vuelvan al sitio que le hizo enfermar. Y si tienen que volver porque está allí su familia, que lo hagan con ayuda para no volver a recaer”, ha apuntado.
Un papel clave también en la educación a la población lo tienen los medios de comunicación y así lo ha recalcado durante la jornada Begoña del Pueyo, periodista y coordinadora de Julia en la Onda, de Onda Cero. “La violencia es un fenómeno transversal, que nos afecta a toda la población. Una de nuestras labores es denunciar situaciones injustas porque después de una denuncia en un medio, hay un cambio de postura y tenemos que utilizar esta fuerza que tenemos”, ha puntualizado. Además, también ha reconocido la importancia de dar visibilidad a situaciones optimistas y mujeres que sobreviven. “Tenemos que dar un mensaje positivo y si hay una mujer que quiere aparecer y contar su historia, hay que darle voz, así como repetir mil veces que las denuncias falsas son un mito y debemos desterrarlo”, ha afirmado Del Pueyo, que también ha querido poner de relieve que los profesionales sanitarios tienen que enseñarnos a preguntar porque no nos han dicho cómo debemos actuar si tenemos un caso de violencia de género cerca.
Así lo considera también Paz Ramil, trabajadora social del Centro de Salud de Ribadeo, que ha explicado que no todas las mujeres están en situación de querer denunciar y nuestro papel tiene que ser de acompañamiento, sobre todo en los casos de maltrato psicológico en los que no hay un peligro extremo. “Si hay un peligro extremo, lo que tenemos que hacer es ponerlo rápido a disposición judicial, pero si no es así, tenemos que acompañar a las mujeres para que sean ellas las que tomen conciencia de que son las responsables directas de denunciar e intentar salir de esta situación. De nada nos vale que nosotros pongamos en conocimiento esta situación si ella no está preparada para salir de esta situación de maltrato psicológico”, ha destacado.
Desde el Hospital Central de Asturias, su subdirector de Gestión de Cuidados y Enfermería, Emilio Velasco, ha considerado que los profesionales de salud deben estar educados para intervenir precozmente con estos casos. “Las enfermeras por su propio perfil profesional son las que hacen un abordaje más cercano e integral de la persona, por lo que están situadas en una posición clave para la detección temprana”, ha apuntado.
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