ÁNGEL M. GREGORIS.- Enfrentarse a un examen decisivo trae consigo nervios y ansiedad en los días previos y durante la prueba. Una vez que esta termina, el cuerpo experimenta una sensación de alivio. Eso sí, tras el descanso inicial, vuelve la incertidumbre hasta que se publican los resultados. Esto es lo que llevan viviendo una semana las casi 14.000 enfermeras que se examinaron del EIR el pasado 28 de enero.
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