RAQUEL GONZÁLEZ ARIAS.- Los procesos de esterilización, casi siempre invisibles para los pacientes, son, sin embargo, uno de los pilares sobre los que se sustenta el correcto funcionamiento de un hospital. Sin ellos, la más mínima intervención supondría un grave riesgo para nuestra salud. Gracias a estos procesos, el instrumental que se emplea en quirófano en un determinado paciente puede volver a utilizarse después en otro, garantizando tanto su seguridad como el mantenimiento y conservación de los distintos utensilios.

Tres millones de piezas al año

Por la Central de Esterilización del Hospital Central de Asturias pasan cada año entre dos y tres millones de piezas de toda índole, lo que correspondería a unos 250.000 kits instrumentales. La heterogeneidad de materiales es tal, reconoce Jorge de la Vega, supervisor y director técnico de la Central de Esterilizacion del HUCA y del Área IV, que se alcanzan las 60.000 referencias, desde las piezas más pequeñas, como los tornillos implantables que se emplean en maxilofacial, a otras más grandes, como los tubos de unos dos metros de longitud que se utilizan en las endoscopias digestivas.

Todo aquí es reprocesado atendiendo a sus características y enviado de vuelta para su reutilización. “Hoy en día, gracias a los distintos sistemas de que disponemos, se puede esterilizar absolutamente todo, incluso aquellos materiales termosensibles que no pueden ser sometidos a altas temperaturas o aquellos instrumentos con lúmenes –agujeros- inferiores a un milímetro a los que no podemos acceder físicamente por su pequeño tamaño”, explica de la Vega.

Aquí trabajan unas 60 personas y la actividad es constante, no cesa ni un segundo del día y ni un día en todo el año. “Parar es un lujo que no nos podemos permitir”, reconoce de la Vega, orgulloso de estar al frente de un Servicio de Esterilización que es referencia tanto fuera como dentro de Asturias.

Máximos estándares de calidad

Entre sus particularidades, subraya de la Vega, se encuentra el hecho de que “tenemos una licencia de funcionamiento otorgada por la Agencia Española del Medicamento” . Esto, nos explica, se traduce en el cumplimiento de los máximos estándares de calidad en cuanto cuestiones como la distribución del Servicio, la calidad del aire –con presión positiva, similar a la de un quirófano-, el modo de vestir o las medidas higiénicas que deben seguir.

Trazabilidad

Desde hace unos años, la Central de Esterilización del HUCA está trabajando en la trazabilidad de todos esos materiales que reprocesan y, actualmente, están ya en plena implantación. De esta forma, explica, “cada instrumental tiene, digamos, un número de matrícula único”. Eso permite conocer paso a paso por dónde ha pasado ese instrumento, si ha habido que repararlo y, lo más importante, con qué pacientes ha sido utilizado. Si se perdieran una pinza quirúrgica o unas tijeras y se encontraran donde fuera, aquí sabrían en qué intervenciones se han empleado y podrían devolverlas al kit exacto al que pertenecen. Por pequeño que sea el instrumento, todos van identificados inequívocamente con su “matrícula microscópica”. “Esto supone ventajas en cuanto a gestión, pero, sin duda, lo más importante es en cuanto a seguridad del paciente ya que nos aporta información bidireccional muy valiosa. Podemos saber en qué pacientes hemos utilizado un instrumental concreto y al revés, qué instrumental hemos utilizado en un paciente determinado”, apunta.