ALICIA ALMENDROS.- Datos de encuestas a nivel nacional e internacional llevan al planteamiento de considerar la depresión como la epidemia del siglo XXI. La sufren más de 350 millones de personas en todo el mundo, alertando organismos internacionales como la OMS, de los años de vida saludables perdidos a causa de este problema de salud pública, además de las pérdidas económicas que conlleva el no tomar medidas.
Carlos Aguilera, enfermero especialista en Salud Mental y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Enfermería de Salud Mental (AEESME ha realizado una síntesis bibliográfica que pone de manifiesto el valor y significancia de los cuidados enfermeros en el proceso de recuperación de las personas que padecen un trastorno depresivo y sus familias. “Se habla de que la depresión leve representa el 70% de todas las depresiones mayores, mientras que la moderada representa un 20% y la grave sólo representa el 10% de todos los casos. Además, se conoce que la mayoría de los episodios depresivos que se atienden en la atención primaria son mayormente leves. Estos datos, junto con su alta prevalencia a escala mundial, obligan a la profesión enfermera en su conjunto a plantearse estrategias de intervención, dentro de su campo de actuación profesional, contribuyendo en la respuesta a este problema de salud desde la perspectiva científica y humanista de la Enfermería”, explica Aguilera.
Conocer signos y síntomas
En su trabajo, Aguilera ha mostrado cómo es el modelo de atención en la salud mental por pasos recordando que los profesionales sanitarios en general, y las enfermeras en particular tienen que conocer los signos y síntomas, los factores de riesgo y los acontecimientos estresantes que pueden llevar a una persona a la depresión. “Las enfermeras de atención primaria, con apoyo y asesoramiento indiscutible de las enfermeras especialistas en salud mental, tienen el deber y responsabilidad de dar respuesta a las necesidades y problemas relacionados con aspectos psiquiátricos y psicológicos de las personas con problemas de depresión leve-moderada y las familias que atienden diariamente en las consultas, domicilios y grupos de terapia”, comenta Aguilera.
“Y digo que tienen el deber y responsabilidad, porque en su mapa competencial se contempla el desarrollo de programas de educación para la salud, la prescripción enfermera de ejercicio físico o la puesta en práctica de intervenciones psicosociales de baja intensidad, entre otras, consideradas todas ellas, en base a la evidencia, el primer nivel o escalón en la estrategia y manejo terapéutico de este problema de salud”, añade.
Compromiso
Este enfermero es, además, Asesor de Buenas Prácticas del Colegio de Enfermería de Málaga, desde el año 2020: “El compromiso, disciplina y constancia, cuestiones fundamentales en el desarrollo profesional enfermero, me llevaron a proponer mi candidatura en la convocatoria de vacante de miembro de esta comisión. El trabajo que implica este cargo dentro de la organización colegial conlleva, entre otras, tareas de mentoría, de fomento de buenos hábitos en el trabajo enfermero, de fomento de la innovación, estudio constante de las tendencias en relación a los cuidados especializados en salud mental y las buenas prácticas para mantenerse a la vanguardia; en definitiva, contribuir a la excelencia en el ejercicio de la Enfermería de Salud Mental, la calidad asistencial y la seguridad y bienestar de las personas usuarias y familias.
La Salud Mental es una asignatura pendiente en el sistema sanitario, algo que ha quedado más que visible tras la pandemia. En su revisión, Aguilera concluye que las enfermeras desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento continuo del tratamiento, la lucha contra los obstáculos a la adherencia y la supervisión de cambios relativos al suicidio. “Como sociedad avanzada, debemos de dejar de desaprovechar bienes y servicios eficientes y efectivos a la ciudadanía y al propio sistema sanitario, como lo son los cuidados enfermeros, y esto pasa por considerar la rentabilidad del producto enfermero. En este punto, cabe recordar que hablar del producto enfermero no es sólo hablar de cuidado productivo -en muchas ocasiones intangible, pero que genera resultados positivos sensibles a la práctica enfermera- sino también, hablar de condiciones laborales, condiciones personales y factores externos”, resalta Aguilera.