RAQUEL GONZÁLEZ.- En los primeros meses de pandemia, el aislamiento de los pacientes ingresados para controlar la pandemia chocaba de frente con la necesidad que estos sentían de estar en contacto con sus familiares, de compartir miedos, de intentar tranquilizar a quienes también sufrían alejados de los muros del hospital y atentos a unas noticias nada alentadoras o simplemente de notar su presencia al otro lado. Esa fue una de las caras más duras de esos meses de marzo y abril en los que fueron muchas las enfermeras y enfermeros que, a pesar de estar agotadas, tendieron su mano para suplir la del hijo/a, el nieto/a, el compañero/a de toda la vida… en la que, muchas veces, fue su última caricia.

Y es que el dolor del adiós es aún peor cuando no hay opción a la despedida. Eso lo sabía bien Massismo Colombi, enfermero de origen italiano que trabajaba en el Hospital Regional de Málaga desde 2011 y que en pleno mes de abril se convertía en noticia por su trabajo para impulsar el contacto entre los pacientes ingresados por Covid-19 y sus familias mediante videollamadas.

El objetivo de esta iniciativa era mitigar el vacío de una soledad no elegida, pero necesaria. Gracias a su trabajo, muchos de los enfermos críticos de la UCI del centro hospitalario malagueño pudieron despedirse de sus familiares. La llamada a la acción de este enfermero, delegado sindical de UGT en el hospital, movió a que administraciones como el Ayuntamiento de Málaga o empresas como Vodafone donaran tablets, teléfonos móviles y tarjetas de datos para que los pacientes pudieran conectarse con sus seres queridos desde la UCI.

Ayer, Colombi decía también adiós. No ha sido el Covid-19 porque el resto de enfermedades no ha desaparecido, aunque en su caso, todavía se desconoce la causa. Hoy, toda la profesión llora la pérdida de este enfermero que era además, como le recuerdan quienes de verdad le conocían y sus compañeros de UGT, “una grandísima persona”.