GEMA ROMERO
Adecuar la oferta a la reducción de demanda asistencial durante el periodo estival. Esa es la excusa que ponen, año tras año, los servicios de salud de las distintas comunidades autónomas para proceder al cierre de camas hospitalarias, la reducción de intervenciones quirúrgicas o limitar las sustituciones del personal sanitario que disfruta de sus merecidas vacaciones. En 2013 se cerraron más de 14.000 camas en España y, según las cifras que han ido anunciando las distintas consejerías, este año el dato será muy similar. ¿Pero realmente se reduce la demanda? ¿Hay menos pacientes en verano? Para José Luis Cobos, director del Observatorio Enfermero del Consejo General de Enfermería, “las listas de espera, que no dejan de crecer, parecen desmentirlo”. Para este experto “lo que realmente se produce es una mayor presión asistencial en las, ya de por sí saturadas, manos de los profesionales sanitarios que trabajan en verano”.
La reducción en el número de camas se mantiene, por comunidades autónomas, en cifras que van desde el 8% de Cantabria, el 14% de Galicia el 24% de Andalucía o de entre el 30 y el 50% de Castilla- La Mancha, según las fuentes. También los centros de salud ven cerradas sus puertas, algunas de forma total, como sucede en Murcia en 21 de sus 180 centros, aunque lo generalizado es cerrar por las tardes, como hace Andalucía, donde el 83% de los centros de Atención Primaria no abrirá después de las 3 de la tarde. Estas reducciones de puestos asistenciales tienen su reflejo también en la cobertura del personal de vacaciones. Así, en el caso de la enfermería en casi todas las comunidades autónomas ronda en torno al 60- 70%, con porcentajes superiores en Atención Primaria frente a hospitalaria. Las peores cifras las ofrecen Extremadura y Murcia —aunque Aragón, Asturias, Navarra, Baleares, Madrid y Castilla y León no han presentado datos— que sólo van a cubrir a uno de cada tres profesionales de vacaciones en los hospitales. En Andalucía teóricamente se sustituye al 80% del personal sanitario, pero con contratos al 75% de jornada.
Pero ¿qué criterio se sigue para adoptar estas decisiones? Para José Luis Cobos, no está nada claro. “Se va ajustando de un año a otro según los resultados, que siempre demuestran que los recursos disponibles han sido insuficientes. Como casi todo en la sanidad se hace sin datos ni estudios rigurosos sobre las necesidades de personal”.
Refuerzo turístico
El contrapunto al cierre generalizado lo suponen las zonas turísticas, especialmente en el litoral mediterráneo, pues hay poblaciones costeras de Valencia, Andalucía o Murcia que en verano pueden duplicar o triplicar su población. Por ello, en las zonas de mayor afluencia se procede al refuerzo sanitario. Así, en la Comunidad Valenciana se abrirán 47 consultorios, con la contratación de 126 enfermeras para trabajar en ellos.
En Andalucía se sumarán 183 profesionales sanitarios a los centros de Atención Primaria de las zonas costeras y en Murcia se abrirán 61 centros para desplazados, 24 de ellos específicos como consulta de enfermería.
Paradigmático es el caso canario, zona de atracción turística donde las haya, pero donde no se refuerza la atención a los turistas. Tal y como señala José Ángel Rodríguez, presidente del Colegio de Enfermería de Santa Cruz de Tenerife, “lo único que está establecido es el refuerzo en urgencias cuando se supera determinada ratio de pacientes, el resto se ‘soluciona’ atrasando las consultas y ampliando las listas de espera, pues no hay un incremento como tal de dotaciones asistenciales”.
Vacaciones vs. empleo
Las vacaciones de unos suponen el empleo para otros. La llegada del verano y el fin de las clases también supone el momento para encontrar el primer trabajo como enfermero. Así era al menos hasta la llegada de la crisis. Los servicios sanitarios se rifaban a los recién titulados. De hecho, los navarros, los primeros en finalizar sus estudios, sabían que ya en junio empezaban a trabajar en el Servicio Gallego de Salud, porque allí terminaban más tarde.
También era muy habitual que los recién graduados tuvieran que simultanear trabajos para no perder puestos en la bolsa de trabajo. Ese es el caso de Milagros Moya que terminó la carrera en 2009.
Ese verano y el siguiente dobló turnos en el Hospital General de Ciudad Real y en una clínica de diálisis, donde todavía sigue trabajando. “Cuando empiezas no puedes negarte a nada, porque si lo haces te sacan de la bolsa y es casi imposible que vuelvan a llamarte”.
En clínicas concertadas como la suya, por suerte, les daban facilidades para ajustar los horarios. “Podía cambiar los turnos sin problemas, e incluso me redujeron la jornada una hora para poder entrar o salir antes en función del horario que tuviese en el hospital. Al año siguiente hice la suplencia en mi mes de vacaciones en la clínica”. Sin embargo, y pese a su disponibilidad, hace tres años que no la llaman en la sanidad pública. “No tengo puntos suficientes”, afirma.
De carácter cíclico, el empleo en enfermería siempre ha mostrado una gran estacionalidad con claros descensos en los periodos vacacionales, especialmente en verano. Sin embargo, la escalada de desempleo también se ha dejado notar en los datos estivales. Así, si en 2010 la menor cifra de parados se registraba en el mes de julio con 3.063 enfermeros desempleados, en 2013 esa cifra se duplicaba hasta los 6.903. Aunque, sin duda, el peor dato se registró en el verano de 2012, cuando en julio había más de 8.000 enfermeros en paro.
“Ante estas cifras también hay que tener en cuenta que hay muchos recién graduados que no se apuntan a las listas del SEPE”, afirma José Luis Cobos. “Los que no tienen experiencia o empiezan con contrataciones temporales, aunque sean de corta duración, no ven la necesidad de inscribirse en las listas, por lo que en el Observatorio Enfermero estamos convencidos de que el desempleo en la profesión es, incluso, más elevado”. A este respecto lo que también destaca es el alto índice de precariedad, donde “abundan los contratos por semanas e incluso por días, que son ocupados por desempleados que no figuran en las estadísticas de paro”. María de las Mercedes Jiménez Peña es una de las enfermeras que actualmente está en esas listas del SEPE. Finalizó la carrera en 2008 y seis años después considera que, en su caso, ha tenido suerte, pues ha trabajado la mitad de ese tiempo, sobre todo en suplencias de verano, semana santa y navidad, y casi siempre en la sanidad pública, “pero porque me he movido mucho: he trabajado en Madrid, Tenerife y Sevilla”.
Para esta enfermera sevillana, “los que ahora terminan sus estudios lo van a tener mucho peor. Cuando yo terminé la carrera, en Madrid, que fue donde empecé a trabajar, no había bolsa, te cogían directamente: ahora, si no tienes puntos es imposible trabajar. Los que terminan este año sólo podrán irse fuera a trabajar”.
A su juicio, “lo peor es vivir con la incertidumbre permanente, porque nunca sabes de dónde te van a llamar, ni a qué hora, ni dónde vas a trabajar, o por cuánto tiempo”.
Recién graduados
Si para los enfermeros que terminaron sus estudios antes de la crisis está complicado, ¿qué sucede con los que acaban de terminar este año? Para el asesor del Consejo General de Enfermería “lo suyo es misión imposible, al menos en la sanidad pública”. “Todas las bolsas de empleo se gestionan en función de puntos que se adquieren por trabajar, bolsas que tienen miles de inscritos con incluso años de experiencia acumulados —comenta José Luis Cobos— pero sin plaza” “De cara a este verano los recién graduados sólo es posible que encuentren trabajo en la sanidad privada, como enfermeros en puestos de socorro en las playas, en botiquines de piscinas o en centros geriátricos, donde sí se observa cierto incremento de actividad estival”.
Para Cobos, fuera de esto “la única salida factible que les aguarda, lamentablemente, es la emigración”.
Precariedad
Mucho peor es la situación en Canarias donde la precariedad laboral está instalada en las últimas promociones universitarias. “Los recién graduados tendrán suerte si consiguen trabajar algún día en la sanidad pública, quizá lo consigan en el sector privado o incorporándose como autónomos en atención domiciliaria”, así lo afirma el presidente del Colegio de Enfermería de Tenerife. Para José Ángel Rodríguez “lo que se está agudizando en la dependencia socio-familiar, pues con lo que trabajan no les da para vivir. Las últimas 4 o 5 promociones viven a expensas de la familia, pues la precariedad laboral y el tiempo de adaptación al mercado laboral se están alargando de manera extraordinaria”.
Ante esta situación lo que se está produciendo es un gran retorno de profesionales a la península. “La mitad de los enfermeros de Tenerife son de fuera, si aquí no encuentran trabajo regresan a su comunidad de origen”. “La obsesión por el déficit cero es la que nos está llevando a esta situación —afirma Rodríguez— pues el recorte presupuestario se está haciendo a base de reducir el gasto por paciente, que ya es de los más bajos de España, a costa eso sí, de bajar la calidad, incrementar las listas de espera y seguir reduciendo las ya diezmadas plantillas de enfermería, con niveles de contratación y sustituciones ínfimos”.
Fraude de contratación
También preocupante es el caso gallego donde, como en toda España, han bajado de forma espectacular las contrataciones. En este caso, sin embargo, lo peor está en la forma en la que se están haciendo: contratando a los enfermeros por días, o de lunes a viernes, para evitar pagarles las libranzas, lo que para José Francisco Méndez Castro, secretario del Colegio de Enfermería de La Coruña, constituye un auténtico “fraude de contratación”.
Hasta hace unos meses las listas para cubrir las vacantes en el Servicio Gallego de Salud (Sergas) se dividían en tres apartados: las generales, servicios especiales —urgencias, UCI, prematuros, oncología…— y el pool. Los integrantes de esta última son los dispuestos a contratos de corta duración y de incorporación urgente. Pues bien, según han publicado diversos medios de comunicación gallegos, desde hace un año sólo se contrata, en todas las categorías, en función de días urgentes, acudiendo al “acúmulo de tareas”.
“Cuando a la persona contratada le toca librar finaliza el contrato, se hace una liquidación en la que le pagan la parte proporcional de vacaciones y paga extra, pero la administración se ahorra los costes de seguridad social”, comenta José Francisco Méndez. Como nos explica el secretario del Colegio de Enfermería de la Coruña, el beneficiario de este sistema fraudulento es la administración sanitaria “que se está ahorrando costes de cotización a la Seguridad Social, para quien supone el mayor fraude, pues no se está cotizando por el salario diferido, que también deben pagar”. Pero también se perjudica al profesional:
“Aparentemente, si ha logrado trabajar 21 días al mes, al final cobrará lo mismo que si hubiese estado contratado el mes completo, pero estará perdiendo cotizaciones de cara, tanto a la prestación por desempleo, como a su futura pensión de jubilación”. Sin embargo, “como no se dan de alta en las listas del paro, ni siquiera lo detectan”. Para Méndez, esto puede suponer entre uno y dos meses de cotización, “en función del tiempo que hayan trabajado al año”. Según ha confirmado ENFERMERÍA FACULTATIVA esta situación se repite también en la Comunidad de Madrid. El hecho de que en el día a día parezcan cobrar lo mismo hace que los enfermeros no presenten las reclamaciones que debieran. “Se denuncia muy poco. En los contratos por días prácticamente nada. Cuando reclaman es por la interinidad, en los contratos de lunes a viernes, para que esa plaza se cubra de forma más estable”.