MARÍA ALCARAZ.- La vacuna ideal se sustenta sobre cuatro pilares: que su administración sea compatible con el resto de inoculaciones del calendario vacunal, que su envase sea lo más pequeño posible, que cuente con un solo vial, y que su formulación sea líquida y no tenga que ser reconstruida. Este es el concepto sobre el que se ha articulado el debate ‘La vacuna ideal. Nuevos formatos y el papel enfermero en la innovación’, en el que tres enfermeras han expuesto las ventajas de los nuevos formatos de vacunas para la práctica asistencial y el medioambiente.
Es el estudio recientemente publicado ‘Preferencias de enfermeras sobre los atributos de las vacunas conjugadas MenACWY: un experimento de elección discreta en España’ desde donde parten José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (Anenvac); Inmaculada Cuesta, secretaria de la asociación; y Marina Moreno, enfermera de Atención Primaria, para desgranar cómo los avances en el formato de las vacunas mejora la práctica asistencial y la experiencia del paciente.
Papel enfermero en la inmunización
En primer lugar, los ponentes han explicado por qué las enfermeras son quienes deben liderar las campañas de vacunaciones. “La vacunación forma parte del cuerpo de los cuidados que prestamos las enfermeras”, asegura Marina Moreno, que recuerda que las inoculaciones aportan el mejor tipo de cuidado “que es la prevención de la enfermedad”. “Es muy importante que el sistema y las autoridades sanitarias cuenten siempre con el papel de la enfermera a la hora de implementar un plan de inmunización, pues somos las que administramos las vacunas”, ha reiterado Inmaculada Cuesta.
Sobre la función de enfermería dentro del rediseño de los formatos de vacunas, Moreno ha recordado que su opinión es fundamental, pues son ellas las que administran las inoculaciones y están en contacto directo con ellas. Hablamos de formatos que facilitan el proceso de vacunación. Cuesta, por ejemplo, señala como importante que los formatos sean líquidos y no necesiten reconstrucción previa, pues “una vacuna ya lista es más segura y además ahorra tiempo”.
Recomendaciones a la industria
Asimismo, las ponentes destacan la importancia de reducir los envases para evitar el exceso de residuos y facilitar el almacenamiento de los productos para incrementar la capacidad de las neveras. “Las enfermeras vemos a diario la cantidad de residuos que se generan y tenemos mucho que hacer respecto a reducir la huella y pedirlo a quien diseña las vacunas”, destaca Moreno. José Antonio Forcada aprovecha para resaltar que desde enfermería se debe tener capacidad para dar recomendaciones directamente a la industria farmacéutica. “Nosotros hacemos hincapié en que se debe estudiar como conseguir que todas las vacunas ya vengan montadas”, incide.
Sobre el estudio anteriormente mencionado, la investigación ha tomado como base el análisis de los tres formatos de vacunas de meningococo tetravalente que hay comercializadas, para dar a elegir entre las enfermeras la que preferían en su día a día. “La idea era ejemplificar las necesidades que tenemos de simplificación y las preferencias reales”, comenta el presidente de Anenvac.
La vacuna ideal
De esta manera, los investigadores preguntaron sobre los atributos que debe tener una vacuna de formato óptimo. Entre las preguntas que se lanzaron a las enfermeras se encuentran si la convivencia de la vacuna con otras del calendario, su vida útil, qué tenía que contener el envase, el número de viales por envase y el volumen ideal. “Las cosas que más destacan las enfermeras son que se pueda coadministrar con otras vacunas, los volúmenes sean lo más pequeños posibles, que sean de formulación líquida para utilizarlas rápidamente y que cada caja tenga un solo vial”, explica Forcada.
Estos serían los atributos de la ‘vacuna perfecta’: un formato que facilite la administración, que mejore las campañas de vacunación y tenga el menor impacto posible en el medioambiente.