D. RUIPÉREZ / A. ALMENDROS.- Joan Pons es enfermero y es también uno de los voluntarios de la vacuna de Oxford frente al coronavirus, lo que le ha llevado a ser portada de periódicos de todo el mundo. Con él hablamos de los motivos que le llevaron a dar el paso y de si en algún momento ha sentido miedo por lo que pudiera pasar. Además, este enfermero barcelonés, que se fue a Reino Unido en el año 2000 para trabajar y donde lleva desde entonces, nos habla de las diferencias que hay entre el modelo británico y el español en cuanto a estabilidad y desarrollo profesional.
¿Qué es lo que te lleva irte a vivir a Inglaterra?
Yo quería hacer mi carrera de enfermería en España, pero solo tenía contratos basura y la única manera que tenía para pagar mi alquiler era estar disponible y pendiente las 24 horas los siete días de la semana. Durante tres años intenté buscar trabajo mientras ejercía de enfermero de esta manera y finalmente, cansado de esta situación, cogí un trabajo de repartidor de pizzas. Era la única manera de tener un empleo fijo. El problema es que yo no quería eso, quería ejercer de enfermero. En el verano del año 2000 estaba bastante deprimido y un día, de casualidad, leyendo un periódico y una amiga que estaba enfrente mía me advirtió de un anunció que aparecía en la parte trasera donde un hospital de Inglaterra pedía enfermeros. En ese momento no tenía familia y nada que perder y quería perseguir mi sueño de ser enfermero. Contacté con el anuncio y el 5 de noviembre ha hecho 20 años que llegué a Inglaterra.
¿Ibas con intención de quedarte mucho tiempo?
No, de primeras pensé que venía unos meses porque esperaba que las cosas mejorasen. Y vi esto como una experiencia para coger experiencia, aprender el idioma y coger puntos porque en la Unión Europea te permiten hacer puntos en la sanidad pública. Pero mi idea siempre fue volver. Al no mejorar la situación y después de seis meses, pasaron los años y al final me casé y tuve hijos. A mi lo que me hace echarme las manos a la cabeza es que en 20 años a situación laboral de las enfermeras no ha mejorado en España y se ha visto claramente ahora con la pandemia.
¿Por qué en el Reino Unido si existe un modelo mucho más estable de contratación que permite hacer carrera a largo plazo?
Lo primero porque la ratio enfermero-paciente es mucho mejor aquí y por tanto hay más contratación. Además, aquí no hay una formación de enfermeros británicos. Los británicos no quieren ser enfermeros y por tanto han generado este espacio que ha hecho que muchos españoles y portugueses hayan venido al Reino Unido. Si te das una vuelta por cualquier hospital de Reino Unido se puede ver que hay muchos enfermeros españoles, y estamos muy bien considerados porque nuestra formación es una de las mejores del mundo en España. Además, aquí automáticamente te hacen un contrato fijo y tienes vacaciones, te pagan la pensión, nos pagan cursos de formación… Y como hay escasez de enfermeras podemos escoger la especialidad.
Durante estos meses de pandemia además de luchar contra el COVID-19 salvando vidas te has presentado voluntario para probar una de las vacunas que está en fase clínica, ¿cómo tomas esa decisión?
En la unidad de terapia intensiva viví el infierno del virus y un día leí un artículo que hablaba de que este virus podía venir cada invierno. Algo que me pareció una locura porque al final el virus controla nuestra vida. Y la única manera de que esto no pase es con la vacuna. Por eso cuando la Universidad de Oxford mandó un mail a todos los sanitarios del Reino Unido para pedir voluntarios no lo dudé y decidí sumarme. No podía sentarme en el sofá y esperar a que otros lo hicieran.
¿No tenías miedo de que hubiera algún efecto adverso?
Si tuve un poco de miedo, no soy un superhéroe, soy un ser mortal, y cuando firmas un papel y ves que pone que esta vacuna es una droga experimental y que en casos muy excepcional puede provocar un shock anafiláctico y la muerte pues la verdad que te paras a pensar y quieres levantarte e irte a casa. Pero yo también confiaba mucho en la vacuna de Oxford porque leí que la doctora Gilbert que es la científica que esta encabezando estos estudios lo primero que hizo fue dar la vacuna a sus tres hijos y pensé que si una madre hacía eso quiere decir que es segura. No conozco a ninguna madre que ponga en riesgo la vida de sus hijos de esta manera. También es verdad que la noche anterior a ponerme la vacuna no dormí muy bien porque se me pasaba por la cabeza la frase de “en casos muy excepcionales…”. Pero bueno ya pasó, me la pusieron el cinco de junio y esto es lo que haya aparecido en muchos periódicos.
¿Qué lectura haces de la evolución de la pandemia?
Yo creo que el virus estará con nosotros por lo menos otro año, porque incluso si la vacuna sale a finales de año, por ejemplo, no va a ser una cuestión de abrir el champán porque tenemos que vacunar a mucha gente. Primero se hará a los sanitarios para que ellos puedan cuidar a la gente que va a los hospitales, después a las personas de alto riesgo y a partir de ahí empezará a ser accesible a todo el mundo. Pero la tarea no se ha acabado porque debemos tener la inmunidad de rebaño y que el virus desaparezca, y para ello debemos tener vacunado al menos al 70% de la población. Y las estadísticas dicen que la gente que se la pondría estaría por debajo del 50%, tenemos mucho trabajo que hacer para informar de una forma positiva.