REDACCIÓN.- El Colegio de Enfermería de Alicante quiere destacar, con motivo de la celebración este miércoles del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina (MGF), la importancia de la prevención y la información para luchar contra este problema. Unas tareas en las que las enfermeras, sobre todo las matronas, deben tener una participación especialmente activa. No hay que olvidar que las niñas y las mujeres que la han sufrido tienen muchas posibilidades de experimentar importantes problemas físicos, mentales y psicológicos.

Los efectos y complicaciones de la mutilación genital son muy amplios y han de ser tratados de manera capaz por enfermeras y otros profesionales de la salud que estén informados, tengan conocimientos y sean sensibles a las culturas de que se trate, tal y como se señala desde el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE).

Un organismo desde el que destacan que “en el mundo globalizado actual en el que hay movimientos de población y migraciones, la MGF ya no está confinada a determinados países y las enfermeras de todos los países deben estar informadas y permanecer atentas a esta práctica perniciosa”.

Según la ONU, “la mutilación genital comprende todos los procedimientos consistentes en alterar o dañar los órganos genitales femeninos por razones que nada tienen que ver con decisiones médicas, y es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas”. Y, además, “refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada, y constituye una forma extrema de discriminación contra mujeres y niñas. La práctica viola sus derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometidas a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte”.

Para erradicar la MGF aún queda un largo camino, puesto que es una práctica cultural muy arraigada en muchos lugares, donde juega un papel social muy relacionado con el rol y el concepto de la mujer en estas sociedades. Por ello, no bastaría solo con prohibirla, sino que además debe avanzarse en otros ámbitos como el de la lucha por la igualdad de la mujer, la salud universal y los Derechos Humanos. Un problema que se produce en sociedades cristianas y animistas, y no solo en musulmanas, y que representa el cénit de la violencia de género en el siglo XXI.