REDACCIÓN.- La OMS ha anunciado la necesidad de utilizar medicamentos más nuevos y menos tóxicos en relación con el tratamiento de la tuberculosis resistente a los fármacos. Tras conocer este pronunciamiento, el Consejo internacional de enfermeras (CIE) ha querido mostrar su apoyo a estos cambios.
“El CIE apoya estas nuevas recomendaciones a la par que anima a las enfermeras que trabajan en el ámbito de la tuberculosis resistente a los fármacos a leer y adoptar las nuevas directrices de manera que los pacientes con esta enfermedad se beneficien de los nuevos medicamentos menos tóxicos, experimenten menos efectos adversos, reciban un tratamiento exitoso y se curen”, ha afirmado Carrie Tudor, directora del proyecto del CIE sobre la tuberculosis/tuberculosis multirresistente a los fármacos. Asimismo, ha declarado que “estas recomendaciones realmente van a marcar una gran diferencia para los afectados por la tuberculosis resistente a los fármacos a medida que nos acerquemos a un régimen sin inyecciones.”
El programa mundial de la OMS contra la tuberculosis ha convocado recientemente un grupo para revisar las directrices actuales para el tratamiento de la tuberculosis resistente a los fármacos. Este panel de expertos ha examinado los resultados y los efectos secundarios de los medicamentos, además de realizar recomendaciones sobre la base de la evidencia. Así, este análisis ha llevado a la OMS a anunciar que los medicamentos han sido expuestos en tres grupos dando prioridad a las fluoroquinolonas de nueva generación (levofloxacina y moxifloxacina) y a otros nuevos medicamentos, linezolid y bedaquilina. Los inyectables, como kanamicina y capreomicina, han dejado de recomendarse debido al mayor riesgo de fracaso del tratamiento y a índices más elevados de eventos adversos como la pérdida de audición permanente.
El CIE elogia a la OMS por haber realizado estas recomendaciones, reconoce la necesidad de poner nuevos medicamentos a disposición de todos aquellos que los necesitan y sostiene la introducción e implementación de estos avances en el tratamiento para mejorar las vidas de las personas afectadas por la tuberculosis resistente a los fármacos.
Según Isabelle Skinner, directora general del CIE, “las enfermeras siguen desempeñando un papel fundamental en el cuidado y el tratamiento de las personas afectadas por la tuberculosis resistente a los fármacos. El proyecto del CIE sobre la tuberculosis/tuberculosis multirresistente a los fármacos ha formado a más de 2.200 enfermeras en todo el mundo en relación con esta enfermedad, las cuales han formado a su vez a otras 173.000 enfermeras, trabajadores sanitarios afines y miembros de la comunidad”.
El CIE ha desarrollado una “ayuda para el trabajo” de las enfermeras que se ocupan de los pacientes con tuberculosis resistente a los fármacos al objeto de ayudarles a reconocer posibles efectos adversos pronto y abordarlos para minimizar y aliviar su malestar. Esta ayuda para el trabajo (Guía del CIE para manejar los efectos secundarios del tratamiento de la tuberculosis resistente a los fármacos) pronto estará a disposición en inglés, ruso y chino y más adelante en otras lenguas.
La tuberculosis resistente a los fármacos sigue siendo un gran problema de salud global. Se calcula que unas 600.000 personas fueron diagnosticadas con tuberculosis resistente a los fármacos en 2016, de las cuales han fallecido unas 240.000 (Informe mundial de la OMS sobre la tuberculosis 2017). Además, la tuberculosis resistente a los fármacos provoca casi un tercio de las muertes por resistencia a los antimicrobianos. Este tipo de tuberculosis es difícil y costoso de tratar, además de tener numerosos efectos adversos desagradables y algunos graves. Quienes reciben un diagnóstico de tuberculosis a menudo se enfrentan a 24 meses de un tratamiento tóxico con medicamentos antiguos, incluidos entre seis y ocho meses de dolorosas inyecciones diarias.
Los pacientes en tratamiento contra la tuberculosis resistente a los fármacos se enfrentan a numerosos retos, sobre todo a efectos secundarios complejos como nauseas, pérdida de audición permanente, dolores musculares y articulares, psicosis y fatiga que pueden repercutir en su calidad de vida, así como en su capacidad de trabajar y continuar con las actividades de la vida cotidiana.