ÁNGEL M. GREGORIS.- Las enfermeras españolas ya han administrado más de 54 millones de dosis de la vacuna contra el COVID-19. Un hito que sitúa al país en lo más alto de la vacunación en el mundo y que pone de relieve la gran profesionalidad de todos aquellos que están trabajando sin descanso en la mayor campaña de la historia. Conseguir la tan ansiada inmunidad de grupo es el principal objetivo frente a esta crisis y administrar las segundas dosis en los tiempos marcados por las autoridades sanitarias (21 días Pfizer y 28 Moderna) es imprescindible para lograrlo.
“A nivel individual, retrasar unas semanas la dosis puede no tener ningún efecto, pero, cuando el objetivo de la población es conseguir una inmunidad de grupo, el hecho de retrasarla sí puede ser un problema”, afirma Guadalupe Fontán, enfermera del Consejo General de Enfermería. Ante aquellas instituciones o administraciones que valoran retrasar estas segundas dosis, Fontán insta a que se inoculen en tiempo para continuar con el avance conseguido hasta este momento.
“Aunque la ficha técnica sí que permite el retraso de algunas semanas, consideramos que es muy importante completarlo lo antes posible para mantener esa inmunidad de grupo y alcanzar el mayor grado de inmunización lo antes posible”, destaca la enfermera. Además, las personas tienen que saber que no están protegidas con una sola dosis y que se están produciendo numerosos contagios tras la primera inoculación.
De la misma forma opina Florentino Pérez Raya, presidente del CGE, que insta a las administraciones a gestionar de manera precisa esta campaña porque “nos jugamos mucho”. “El Gobierno central y los gobiernos autonómicos deben poner todo de su parte para cumplir los plazos porque es imprescindible que la mayoría de la población esté inmunizada cuanto antes. Asimismo, nosotros como población debemos cumplir y también vacunarnos. En un momento como el actual no podemos retrasar las citas para irnos de vacaciones porque es ahora cuando debemos demostrar que somos una sociedad”, puntualiza el presidente de los 325.000 enfermeros de España.
Tal y como apunta José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (Anenvac), el concepto de inmunidad de grupo es alcanzar una alta tasa de personas inmunizadas para conseguir que el virus no circule o circule muy poco y con dificultades. Así, Forcada considera que “en el actual estado de la pandemia y con las vacunas que disponemos, que son magníficas todas ellas, va a ser muy complicado alcanzar esta inmunidad”. “Podría ser que, para alcanzar esta inmunidad de grupo o algo que se le asemeje, hubiera que superar un 90% de cobertura en todas las edades, lo que costará mucho tiempo conseguir porque debemos incluir a niños, adolescentes y jóvenes”, puntualiza.
Además de una vacunación imparable, la quinta ola de contagios también parece no tocar techo, situación que preocupa enormemente a los sanitarios que se encuentran día a día trabajando sin descanso desde hace ya un año y medio. En este sentido, desde el Consejo General de Enfermería recuerdan la importancia de continuar con las medidas de prevención e instan a la responsabilidad individual para prevenir rebrotes.
“No debemos bajar la guardia ni aun estando vacunados porque las vacunas no evitan la infección, sino que en la mayoría de los casos minimiza los síntomas y las complicaciones. Es muy importante respetar las medidas como la mascarilla y la distancia de seguridad. Solo siendo responsables conseguiremos el bien común”, resalta Pérez Raya.
Para las enfermeras, es fundamental que la gente comprenda que, a pesar de estar vacunados, se puede contraer el virus y pueden tener secuelas como el COVID persistente, aunque los síntomas hayan sido leves. De hecho, según los propios datos del Ministerio de Sanidad, el 5% de los ingresados actualmente por COVID-19 son personas ya vacunadas con la pauta completa. El resto de los infectados no tienen la vacuna o la tienen incompleta. Por esto mismo, la Organización Colegial recalca que la vacunación funciona y es primordial continuar con ella lo más rápido posible.
En cuanto a los síntomas, algunos estudios ya revelan cambios entre los que se daban al principio y los que se experimentan ahora después de la vacuna. Menos tos y más estornudos o moqueo son los principales efectos que se están documentando ahora con el virus. Eso sí, desde el CGE creen necesario continuar con los estudios porque todavía no se puede afirmar que este cambio de síntomas se deba a la vacuna o a la variante delta, predominante entre la población del Reino Unido, lugar donde se ha realizado el estudio.
“Estamos viendo más casos de personas vacunadas con las dos dosis, pero es muy importante seguir observando qué ocurre en estas primeras semanas, ya que ahora mismo la mayoría de los síntomas son leves. Tenemos que seguir haciendo una vigilancia de lo que va ocurriendo con las hospitalizaciones”, puntualiza Fontán.