REDACCIÓN.- Las enfermeras de todo el mundo se están enfrentando a peligros derivados de la pandemia de COVID-19, pero las que se encuentran en estados que han soportado desastres naturales y situaciones políticas complicadas corren ahora más riesgo que nunca.
El acceso a la atención de salud es un derecho humano fundamental y las enfermeras tienen el deber de prestar cuidados a quienes los necesitan, independientemente de su posición en la sociedad, sin miedos ni favoritismos.
Sin embargo, el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) es consciente de que en muchos países las enfermeras son vulnerables a agresiones cuando los gobiernos son inestables o hay conflictos, agitación social o desastres naturales.
La presidenta del CIE, Annette Kennedy, ha declarado que “la pandemia de COVID-19 le ha abierto los ojos al mundo sobre la importancia de las enfermeras para las sociedades en todas partes, pero también las ha expuesto a más peligros”. “En varios puntos calientes en todo el mundo, vemos la terrible carga que los conflictos, desastres naturales y disturbios civiles colocan sobre las espaldas de las enfermeras. En los peores casos, las enfermeras, el 90% de las cuales son mujeres, se convierten en objetivos y se utilizan como arma de guerra. Las enfermeras son resilientes, pero no se debe esperar que soporten cada carga que se les coloca y evidentemente no deben ser objetivo de abusos ni de violencia por el simple hecho de estar realizando su trabajo. El mundo necesita más enfermeras que nunca, pero las está tratando mal y eso generará problemas graves en el futuro porque no son invencibles. A nuestras enfermeras, a sus enfermeras, hay que cuidarlas para que puedan seguir yendo a trabajar cada día y realizar la extraordinaria labor de mantener a los pacientes y las familias sanos y salvos», apunta Kennedy.
Por su parte, el director general del CIE, Howard Catton, subraya que “tal y como hemos visto ya en demasiadas ocasiones, cuando se infringen las normas de la sociedad las enfermeras se vuelven vulnerables. Lo hemos visto durante la pandemia de COVID-19 cuando las enfermeras han sufrido agresiones de personas de sus comunidades mientras dispensaban cuidados o vacunaban. Y también lo hemos visto en zonas de conflicto donde se convierten en objetivos de un bando u otro por prestar cuidados a todos. Sabemos de enfermeras que han tenido que montar hospitales de campo improvisados por ser esta la única forma de dispensar cuidados a determinadas comunidades, algo que sería completamente innecesario si las facciones en guerra y los gobiernos cumplieran con su deber de cuidar de sus ciudadanos de conformidad con los Convenios de Ginebra”.
Para el CIE, en los últimos dos años, el mundo ha tenido sus ojos en la enfermería, pero, sin embargo, la atención de los medios a situaciones humanitarias terribles es fugaz, y el foco de las noticias se desplaza rápidamente al siguiente punto álgido. Es importante recordar que cuando los equipos de rodaje ya se han marchado, las enfermeras siguen ahí manteniendo unidas a sus sociedades cuidando de los enfermos y los heridos. Hay que protegerlas y no hay que olvidarlas».