GEMA ROMERO
Las enfermeras son el colectivo de profesionales sanitarios más numeroso del mundo, el más cercano al paciente y, en muchas regiones del planeta, el único disponible. Precisamente por ser el más numeroso, también es el que conlleva mayores gastos de personal.
Cuando el presupuesto sanitario se concibe como un gasto, y no como una inversión, y se produce un contexto de crisis económica mundial como el actual, la conclusión de administraciones y empleadores está clara: reducir personal. Es por ello que las enfermeras de los cinco continentes han presenciado una dramática reducción de los puestos de enfermería y una disminución constante, o hasta la supresión, de sus salarios. Decisiones a corto plazo que, sin duda, tendrán consecuencias a largo plazo para la salud y seguridad de los pacientes, pero también de las propias enfermeras.
Preocupados por esta situación, que se reproduce de forma global en todo el planeta, el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) ha decidido dedicar el Día Internacional de la Enfermera, que cada año se conmemora el 12 de mayo —en honor a Florence Nightingale—, a poner de relieve la labor esencial de las enfermeras en la salud. Por ello, el lema de este año es “Las enfermeras: una fuerza para el cambio. Un recurso vital para la salud” , pues para el CIE “es esencial centrarse en los recursos humanos de enfermería que hay en el mundo, como prioridad básica para conseguir una mejor salud para todos”.
Para Judith Shamian, presidenta del CIE, “para entender cómo aprovechar al máximo ese recurso vital que es la enfermería es necesario aplicar una sencilla ecuación, basada en la evidencia científica, que demuestra que unos recursos humanos de enfermería adecuados, bien formados y con un buen entorno laboral son imprescindibles para unos cuidados de salud de calidad”.
Escasez de recursos humanos
El Tercer Foro Mundial sobre los Recursos Humanos para la Salud (RHS), celebrado en 2013, señala en su declaración que “el programa de los RHS transciende las fronteras nacionales: la mala distribución geográfica y la migración internacional afectan a los países de renta baja, media y alta, en algunos casos impidiendo la prestación de servicios de salud esenciales”.
Además, la Asamblea Mundial de la Salud (AMS), órgano supremo de adopción de decisiones de la OMS, ha reconocido repetidas veces la necesidad de fortalecer los servicios de enfermería y de partería para conseguir una salud mejor para las personas, las familias y las comunidades.
La escasez de profesionales se ve agudiza por la migración. Países como Australia, Alemania, Reino Unido, Canadá o Estados Unidos cuentan ya con políticas de captación de enfermeras en multitud de países, incluyendo España. Y diversos estudios cifran entre el 22 y el 29% el desfase entre la oferta y la demanda de recursos humanos de salud en los países desarrollados en los próximos 20 años.
Formación
La formación de las enfermeras a nivel mundial también ha tenido dificultades para mantenerse a la altura de las exigencias. Además, “hay una falta de correlación entre las competencias profesionales con las necesidades del paciente y de la población y desequilibrios cuantitativos y cualitativos en las profesiones de cuidados de salud”.
De hecho, el CIE ha identificado, en un estudio de 2009, que “la capacidad de los programas de formación para preparar titulados de enfermería clínicamente seguros y competentes se ve frecuentemente mermada por la importancia y asignación de tiempo —insuficiente— dedicado al aprendizaje clínico; la falta de unos resultados de formación claramente definidos; el empleo de métodos ineficaces de docencia clínica; unos lugares de docencia inadecuados, de calidad deficiente o multitudinarios; y la falta de buenos modelos funcionales clínicos”.
Entorno laboral
Unos recursos humanos mejor capacitados son más productivos pero las capacidades, por sí mismas, no darán lugar a una mayor productividad Para el CIE, la importancia del entorno laboral ha sido muy subestimada en tanto que es un aspecto esencial para comprender la distribución de los recursos de enfermería. De hecho, diversos estudios han demostrado que cuanto mejor es el entorno de trabajo de las enfermeras menores son los casos de muertes y fracasos terapéuticos.
La última investigación al respecto, que ya se publicó en ENFERMERÍA FACULTATIVA, refleja que los pacientes tienen más riesgos de fallecer después de pasar por procesos quirúrgicos comunes si están ingresados en hospitales donde las enfermeras asumen una gran carga de trabajo y hay menos personal con una titulación universitaria.
Tal y como manifiesta la presidenta del principal órgano de representación mundial de la profesión, Judith Shamian, “aun cuando añadir más enfermeras a los recursos humanos tiene un costo inicial, para mejorar el entorno laboral no se necesita el mismo nivel de recursos, pero sí es preciso que el sistema de salud se gestione y se dirija a sí mismo de manera diferente”.
Para el CIE “unos entornos positivos para la práctica profesional son contextos que favorecen la excelencia y el trabajo. En particular, tratan de asegurar la salud, la seguridad y el bienestar de su personal, promueven los cuidados de calidad para los pacientes y mejoran la motivación, la productividad y los resultados de las personas y de las organizaciones”.
Por el contrario, unos lugares de trabajo poco saludables e inseguros “afectan a la salud física y psicológica de las enfermeras por el estrés de las pesadas cargas de trabajo, las largas horas, el bajo estatus profesional, las difíciles relaciones en el trabajo, los problemas del desempeño de las funciones profesionales y la variedad de los riesgos laborales”.
Situación en España
España no es ajena al panorama que dibuja el CIE. Desde hace varios años, el Consejo General de Enfermería viene alertando de la grave escasez de enfermeras de nuestro país. De hecho, según el Informe sobre recursos humanos sanitarios en España y la Unión Europea 2013 España necesita 108.139 enfermeros más de los que tiene actualmente, —lo que supone un incremento del 43,89%—, simplemente para alcanzar la media europea de enfermeras por cada 100.000 habitantes.
Situación que se agrava con el paro galopante que vive la profesión. De hecho, 2013 —el peor año histórico en materia de empleo en la enfermería—, registró una media de 14.499 enfermeros en paro. Con cifras que oscilaron entre los 6.903 de agosto y los 19.639 desempleados de febrero.
En sólo 4 años, los peores de la crisis económica, el desempleo enfermero se ha incrementado en un 209%. Tampoco falta la migración de profesionales, muy deseados, sobre todo en los países de la Unión Europea por la excelente calidad de la formación española, único aspecto positivo para un país como el nuestro en el que todos los enfermeros son diplomados o graduados universitarios. Para Linda Aiken, profesora de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), “España es líder en Europa en formación universitaria enfermera. Muchos otros países miran a España como ejemplo de cómo canalizar la profesión a través de los estudios universitarios.
La excelente preparación de las enfermeras de este país ha ayudado a mantener la calidad en la atención a los pacientes. Sin embargo, el estudio de Aiken sobre Personal de enfermería, formación y mortalidad hospitalaria en nueve países europeos: un estudio observacional retrospectivo publicado en la revista The Lancet, revela que “España tiene también la peor ratio enfermera/paciente de los nueve países analizados —Bélgica, Inglaterra, Finlandia,
Irlanda, Países Bajos, con 12,7 pacientes por cada enfermera, frente a las cifras de países como Irlanda y Noruega, con 6,9 y 5,2 respectivamente. La media europea es de 8”. “En algunos centros sanitarios españoles —añade Aiken— hay enfermeras que se enfrentan al cuidado de 18 pacientes de forma simultánea: a ese nivel no se garantiza la seguridad.
Nuestra investigación pone de manifiesto que no tienen suficiente tiempo para atender a cada persona. Por consiguiente, la reducción de las plantillas en un país que ya tenía una pobre ratio entre pacientes y enfermera es probable que se traduzca en muertes evitables y costosas complicaciones para los pacientes, como las infecciones”.