MARINA VIEIRA / ANDREA FENERO.- Entre 12 países latinoamericanos, Bolivia es el que registra los mayores índices de violencia sobre la mujer y ocupa el segundo lugar con mayor violencia sexual, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 2014 la Asamblea Permanente de Derechos Humanos pidió al Gobierno del país que declarase el estado de alerta nacional por la situación de peligro en la que se encontraban las mujeres del país andino. También se ha manifestado la ONU en diversas ocasiones: desde la delegación de la organización en la capital boliviana se emitió el pasado noviembre un informe del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw) donde se ponía de manifiesto que “en Bolivia aún no se materializan en acciones concretas los avances expresados en las leyes para enfrentar la discriminación contra las mujeres”. Sólo existen cuatro tribunales en todo el país para procesar este tipo de violencia y escasean los servicios oficiales de interpretación de lenguas indígenas que ayuden a las víctimas. Desde hace más de 12 años, la Fundación Levántate Mujer trabaja en conjunto con ONGs y organizaciones internacionales para defender los derechos de las mujeres de un país que atenta a diario contra ellos.
Tienen como objetivo apoyar a las mujeres en todo tipo de discriminación y su reto es siempre mejorar sus condiciones de vida a través de sus proyectos. Lo consiguen a través de una amplia red de centros y proyectos en ciudades como La Paz, Santa Cruz de la Sierra, Oruro, El Alto o Sucre.
Actuación
El VIH es uno de los grandes estigmas de la sociedad boliviana, aún existe un gran número de mujeres que son portadoras del virus y contraerlo constituye un estigma social. Uno de los grandes proyectos de Levántate Mujer es la Unidad Operativa de VIH, que asiste a más de 50 mujeres al año que conviven con esta enfermedad.
A través de esta unidad se les da apoyo así como a todo su entorno familiar para acabar con estigmas, ser atendidas psicológicamente y coordinar su acceso a los hospitales.
En muchas ocasiones la fundación ha tenido que dar refugio a las gestantes en el interior del departamento debido a que, a veces, al quedarse embarazadas con la enfermedad son repudiadas por sus familias. “Las voluntarias teníamos que acudir a las casas de las mujeres y explicar a las familias que ser portadora del virus del VIH no significa estar enferma. En los casos que habían desarrollado la enfermedad, se les hacía entender que pueden mantener una vida normal si adquirían la costumbre de tomar antirretrovirales, una vida sana y mantener el contacto con los grupos de apoyo”, explica Lucila Calvo, una de las voluntarias de Enfermeras Para el Mundo (EPM), organización que ha hecho posible la implementación de esta unidad.
Las niñas son también una de las prioridades de la Fundación Levántate Mujer, por eso tienen en marcha talleres y unidades de apoyo a niñas con VIH, víctimas de violencia in-trafamiliar o víctimas de tráfico de personas. En estos casos es necesario un gran trabajo de apoyo psicológico y sanitario en el que las enfermeras voluntarias de Enfermeras Para el Mundo tienen un rol fundamental. “Nosotras otorgamos el aporte sanitario al tra-bajo de las educadoras sociales que trabajan en la fundación. Reforzamos sus conocimientos desde la perspectiva enfermera y aumentamos la calidad de la ayuda”, relata Lucila.
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