GEMA ROMERO.- Con Francia prohibiendo la venta y el consumo de alcohol, en las ciudades sede de la Eurocopa de fútbol, tanto en los días de partido como en la víspera, cabe preguntarse si esta ley seca debería imponerse no sólo para evitar los disturbios ocasionados entre hinchas, como los graves incidentes registrados en Marsella, sino también como una cuestión de salud pública, para prevenir enfermedades hepáticas y cardiovasculares.
Hasta la fecha diversos estudios sugerían que el consumo de alcohol puede estar asociado tanto a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular como a un menor riesgo en otros casos. Resultados contradictorios, que pueden deberse a que los datos sobre consumo de alcohol son facilitados por los propios encuestados, por lo que no son necesariamente fiables.
Un primer avance para resolver estas contradicciones se encuentra en la revista, British Medical Journal que acaba de publicar el primer estudio que utiliza las diferencias en las leyes de venta de alcohol como factor predictivo de la enfermedad. Mediante el análisis de la información de la Comisión de Bebidas Alcohólicas de Texas, Estados Unidos, un equipo de investigadores de la Universidad de California identificaron 29 condados como «secos» (donde las ventas de alcohol están completamente restringidas), 47 condados como «húmedos», y siete condados que cambiaron de «seco» a «húmedo» entre 2005 y 2010.
Durante el mismo período, se encontraron con que 1.106.968 pacientes de más de 21 años fueron ingresados en el hospital, según los datos del Departamento de Salud de Texas. Sus resultados mostraron que la incidencia y prevalencia del abuso de alcohol y la enfermedad hepática alcohólica fue significativamente mayor entre los residentes de los condados húmedos que en condados secos, incluso después de ajustar por factores, tales como edad, raza, etnia y sexo. También había una mayor prevalencia e incidencia de la fibrilación auricular, pero una menor prevalencia e incidencia de ataques al corazón e insuficiencia cardiaca congestiva.
En el caso de los condados que cambiaron su normativa restrictiva para permitir la venta de alcohol durante el período de estudio, los pacientes hospitalizados también mostraron una mayor prevalencia e incidencia entre el abuso de alcohol, la enfermedad hepática, la fibrilación auricular y la insuficiencia cardíaca congestiva, pero no hubo diferencia en los ataques al corazón.
Al tratarse de un estudio observacional, sus conclusiones no son definitivas en forma de causa-efecto. Sin embargo, para Gregory Marcus, director de Investigación Clínica de la Universidad de California en San Francisco, “los resultados tienen implicaciones para la salud relacionadas con las personas con o en riesgo de varios tipos de enfermedad cardiovascular”.
¿Riesgo o beneficio?
En un editorial relacionado, Kenneth Mukamal y Eric Ding de la Facultad de Medicina de Harvard (Estados Unidos) afirman que este último estudio proporciona nuevas ideas utilizando un enfoque novedoso, pero se necesita más certeza.
Explican que las «posibles beneficios para la salud de alcohol consumido dentro de los límites recomendados siguen causando una controversia extraordinaria», y que sólo un ensayo aleatorio de consumo de alcohol sería capaz de responder a las preguntas sobre los teóricos riesgos o beneficios del alcohol, debido a las limitaciones con los estudios de observación. «Todas las partes interesadas deben presionar para realizar un ensayo de este tipo de forma rápida y sin reservas. Es el momento de avanzar», concluyen.