ÁNGEL M. GREGORIS.- Patricia Salazar es enfermera y trabaja en la planta que ha habilitado el Hospital La Paz, de Madrid, para pacientes pediátricos con COVID-19. Aunque es cierto que la mayoría de los niños pasan la enfermedad asintomáticos o simplemente con fiebre e irritabilidad, todavía es poca la evidencia que existe sobre esto. Por ese motivo, algunos menores con patología previa son ingresados para tenerlos controlados y vigilar que su enfermedad no empeore. También hay otros sanos, pero que por edad o criterio epidemiológico también se ha decidido su ingreso. “No sabemos tanto del COVID-19 ni sabemos cómo va a evolucionar la cosa con niños”, explica la enfermera.
Si ya de por si es una situación muy difícil para los adultos, el ingreso de menores en un momento como este es todavía más complicado no sólo para él, sino para sus familiares. En este caso, se han establecido unos protocolos en los que sólo una persona puede acompañar al niño durante todo el tiempo que dure el ingreso, lo que conlleva mucho estrés para el resto de los familiares. “Si ya es estresante para los padres el ingreso de un niño en situaciones normales aquí es mucho más complicado. Es el único sitio del hospital en el que puede haber alguien con él las 24 horas, pero la persona que ingresa con el niño tiene que quedarse todo el ingreso, no puede haber entradas y salidas. Esta situación produce bastante ansiedad, sobre todo, en el que se queda fuera”, señala Patricia.
Además, a esto se suma que quien suele quedarse muchas veces tiene síntomas porque “si los niños están contagiados, se da por hecho que los padres también”. “Tenemos que darles medidas de confort porque muchos tienen fiebre, dolores de cabeza fuertes y aunque es el niño el que está ingresado, también tenemos que tratar al acompañante”, afirma.
Ha habido pocos casos de niños que han necesitado ir a la UCI, pero ella misma reconoce que lo más duro es la incertidumbre de no conocer exactamente cómo evoluciona la enfermedad en los pequeños. Para ellos y para los padres, “que ven las noticias, los fallecidos, los contagios y no saben qué va a pasar con sus hijos…”
“El miedo siempre está, sobre todo por nuestras familias porque llegas a casa y te tienes que aislar, no puedes hablar con ellos. Yo me fui de casa, pero igualmente vivo con un médico y el resto no son sanitarios y tienes el miedo de si los puedes contagiar”, comenta.
Lo que sí pide es que todos esos aplausos que ahora se escuchan cada tarde, luego se reconozcan cuando acabe esto. “Hemos luchado mucho estos años y ahora parece que nos lo reconocen, pero hay que ver si cuando pase, siguen reconociéndolo”, puntualiza.
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