ÁNGEL M. GREGORIS.- Muchas investigaciones han demostrado la vinculación entre la alimentación y el riesgo de sufrir cáncer, pero no se conoce tanto sobre la influencia que tiene la densidad energética de los alimentos con el cáncer. Una investigación publicada en la revista de la Academia de Nutrición y Dietética de EE.UU. resalta que un 30% de los cánceres podrían prevenirse a través de modificaciones nutricionales.

Los investigadores observaron la densidad energética de los alimentos de las dietas de las mujeres posmenopáusicas y descubrieron que el consumo de alimentos de alta densidad estaba relacionado con un aumento del 10% de cáncer. La densidad energética mide la relación entre calorías y nutrientes. Cuantas más calorías por gramo tiene un alimento, mayor es su densidad. Los alimentos como las verduras, frutas y legumbres se consideran alimentos de baja densidad porque proporcionan una gran cantidad de nutrientes usando muy pocas calorías. Por el contrario, los procesados como las hamburguesas o pizzas son de alta densidad porque se necesita gran cantidad para obtener los nutrientes necesarios.

Tras el análisis de los datos de 90.000 mujeres, el equipo concluyó que las que consumían alimentos con mayor densidad tenían un 10% más de probabilidades de desarrollar cáncer relacionado con la obesidad, independientemente del índice de masa corporal. De hecho, el estudio reveló que el aumento del riesgo parecía limitado a las mujeres que tenían un peso normal al inscribirse en el programa.

“El efecto demostrado en mujeres de peso normal en relación con el riesgo de cánceres en mujeres con obesidad es nuevo”, afirma la investigadora principal, Cynthia A. Thomson, que reconoce que este hallazgo sugiere que el control de peso por sí solo no puede proteger contra el cáncer si las mujeres comen alimentos con alta densidad energética.