REDACCIÓN.- Las enfermeras y enfermeros de La Rioja están de acuerdo en que todas las personas deberían tener acceso a la asistencia sanitaria para una muerte sin dolor. Concretamente, el 88 por ciento piensa que cada persona puede escoger cómo y cuándo debe morir y el 84% piensa que es mejor el fallecimiento que no tener una buena calidad de vida. Así lo refleja una encuesta realizada entre sus colegiados por parte del Colegio de Enfermería de la región. Pese a lo que se pudiera pensar, la encuesta no encontró grandes diferencias en la postura de los enfermeros en función de su edad. También refleja que ocho de cada diez encuestados cree que toda la sociedad debe participar en el debate sobre la eutanasia, frente al 19 %, que piensa que sólo el personal sanitario debería tener voz en este debate. No hay diferencia por grupos de sexo, edad, ámbito de ejercicio o experiencia con pacientes terminales.

El Colegio de La Rioja ha llevado a cabo esta encuesta con el objetivo de trasladar a la sociedad nuestra posición, teniendo en cuenta que si bien no nos corresponderá, a buen seguro, decidir su aplicación, con toda seguridad participaremos en la ejecución de estas decisiones. Será entonces cuando cobren especial relevancia aspectos como nuestra participación en mayor o menor grado y sobre todo el derecho a ejercer la objeción de conciencia”, ha declarado Pedro Vidal, presidente de los colegiados riojanos.

Partiendo de estas definiciones del documento Atención Médica al final de la vida: conceptos y definiciones de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) y la Organización Médica Colegial (OMC), respectivamente, se entiende por eutanasia, “la provocación intencionada de la muerte de una persona que padece una enfermedad avanzada o terminal, a petición expresa de ésta, y en un contexto médico”. Mientras que por suicidio médicamente asistido es “la ayuda médica para la realización de un suicidio, ante la solicitud de un enfermo, proporcionándole los fármacos necesarios para que él mismo se los administre”.

Objeción de conciencia
La razón principal que se considera que lleva a una persona a pedir terminar con si vida es el miedo a perder la autonomía física y depender de otros, sentir un gran dolor y miedo a perder las capacidades cognitivas. Al analizar la totalidad de razones cuando se escogen varias, las que toman peso son: sentirse una carga económica, miedo al dolor futuro y sentirse deprimido/a. Por grupos, los hombres consideran en mayor medida que el perder la autonomía física es una razón para la eutanasia. Las mayores diferencias se dan por edad, donde los menores de 40 años creen más que la mediana edad (41-60) que el dolor físico y ser una carga económica están entre las razones, mientras que los más mayores dan más importancia a la agonía y sufrimiento y a todas las razones listadas, frente al resto de grupos de edad.

Por otra parte, la gran mayoría de los enfermeros riojanos están a favor de la objeción de conciencia respecto a la aplicación en su práctica profesional de la eutanasia o el suicidio médicamente asistido, aunque solamente una cuarta parte la solicitaría.

La amplia mayoría de los enfermeros cree que deberían tener derecho por ley a negarse a aplicar la eutanasia. Los que no tratan con pacientes terminales habitualmente muestran algo más de acuerdo con esta afirmación. Hay un nivel algo mayor de rechazo a que negarse a aplicar la eutanasia sea un derecho entre los hombres, los enfermeros más jóvenes, y los que trabajan en atención hospitalaria.

6 de cada 10 enfermeros creen que no solicitarían la objeción de conciencia, mientras un cuarto de los encuestados cree que sí lo haría. Los menores de 40 y los enfermeros de atención hospitalaria creen que lo solicitarían menos que otras edades o lugares de trabajo. Además, los enfermeros que tienen trato frecuente con pacientes terminales también lo solicitarían menos.