MARINA VIEIRA.- Una de las grandes preocupaciones de los padres es que su hijo no coma bien. Es muy común escuchar a padres quejándose de que sus retoños se muestran reticentes a comer ciertos alimentos, que tardan horas en comer o que directamente se niegan a hacerlo. Un estudio publicado en el último número del British Medical Journal ha demostrado que esto puede estar relacionado con la ansiedad de los padres durante el embarazo o durante el tiempo anterior a que los niños sean escolarizados. Esta relación se encontró en madres que sufrían este trastorno en los dos periodos descritos (embarazo y los meses previos a que el niño entrase en el colegio) y en padres en el periodo anterior a que el niño empezase a ir al colegio.
Este comportamiento infantil que se caracteriza por el rechazo a ciertas comidas, es muy común en la infancia y una de las grandes preocupaciones de los padres, de acuerdo a lo que declaran los investigadores a cargo de este estudio.
El trastorno alimenticio en muchas ocasiones ha sido vinculado al estreñimiento, problemas de peso o mal comportamiento de los niños, además se ha relacionado con ansiedad posnatal y depresión en madres. Lo que no ha estado claro es si esta ansiedad o depresión en las madres está causada por el comportamiento alimenticio del niño o constituye un factor de riesgo por sí mismo, ni se sabe qué potencial impacto puede tener en el estado mental de los padres.
La investigación
En un intento de encontrar respuestas a estas preguntas, los investigadores consultaron a los participantes en el estudio de la Generación R, un estudio de Países Bajos que lleva estudiando la salud y el estado de la infancia desde el embarazo en adelante desde el año 2002.
La investigación se ha realizado sobre 4746 parejas de madres y niños y 4144 padres, cuyos hijos nacieron entre 2002 y 2006.
Se elaboraron dos tipos de cuestionario, uno que rellenaron en dos momentos: durante el embarazo y cuando el niño cumplió tres años, con la finalidad de comprobar sus propios síntomas de ansiedad o depresión. Y otro que las madres completaron sobre parámetros alimenticios de los niños cuando tenían cuatro años y otro por los padres cuando los niños tenían tres años. De este cuestionario se obtuvo una conclusión común: a los tres años el 30% de los niños fueron clasificados como selectivos con la comida.
Después de tener en cuenta los factores de influencia, como nivel educativo, renta familiar o ansiedad maternal durante el embarazo y durante el tiempo en el que el niño estaba escolarizado, todos los elementos tenían relación directa con que sus hijos fuesen selectivos con la comida cuando el niño tenía cuatro años.
Cada punto extra que las madres obtenían de ansiedad durante el embarazo, estaba relacionado con un punto extra en lo selectivo que era su hijo con la comida. En cambio, en el caso de los padres, solo la ansiedad durante el periodo preescolar estaba relacionada con los problemas para comer ciertos alimentos de su hijo.
En cuanto a la depresión, las puntuaciones de las madres antes de concebir a sus hijos, así como tres años después de dar a luz, fueron directamente relacionadas con un mayor riesgo de que sus hijos tuviesen problemas con la comida hasta que estos alcanzasen los cuatro años de edad. Los resultados fueron similares para los padres.
Los investigadores recuerdan que este es un estudio observacional por lo que no se puede obtener ningún tipo de conclusión causa-efecto. En cuanto al hecho de que los síntomas de la madre predecían cuatro años del niño comiendo mal “sugiere que existe una asociación entre síntomas de madre a hijo”, declaran.
“El personal sanitario deberá tener en cuenta que no sólo la ansiedad y la depresión influyen en este comportamiento de los niños, sino formas intermedias para internalizar problemas pueden afectar al comportamiento alimenticio de los niños”, añaden los investigadores.