DAVID RUIPÉREZ.- La Universidad de Cantabria acoge este lunes en su campus de verano en Laredo una formación para profesionales sanitarios en un momento en el que el mundo, y Europa especialmente se enfrenta a una crisis migratoria con más de 60 millones de personas forzadas a desplazarse debido a conflictos bélicos, violaciones de los derechos humanos, hambrunas, desastres naturales o persecución política. Entre los profesores del curso -organizado por la Sociedad Española de Medicina Humanitaria- destaca una enfermera con dilatada experiencia en este campo. Aurora Rozadilla, del Servicio Gallego de Salud, que también es psicóloga, asegura que “los retos de una enfermera son los comunes con una situación de normalidad que es, ni más ni menos, que una asistencia sanitaria de la más alta calidad y de la más alta calidez. Eso sí, teniendo en cuenta que estas personas están atravesando, por uno de los peores momentos en sus vidas. En cuanto a los medios, el reto supone optimizar los recursos materiales con los que se cuenta, ya que generalmente, no corresponden a los que estamos acostumbrados a manejar en nuestro lugar de trabajo de origen”.
Para los profesionales, la atención a refugiados implica enfrentarse a condiciones de trabajo extremas en el aspecto climático, de intenso calor o frío, escaso descanso por alojamiento inapropiado y turnos de trabajo extenuantes, además de una sobreimplicación emocional para con las víctimas. “En situaciones de inseguridad por riesgos latentes, como en catástrofes naturales (réplicas de un terremoto… etc), epidemias aún sin controlar o conflictos armados, supone otro reto para el profesional de enfermería, sobreponerse a sus propios miedos en el terreno”, añade Rozadilla.
En opinión de la enfermera, existen dos momentos de especial dureza en la atención de emergencia que presta un equipo sanitario: El triaje, “que en ocasiones supone la decisión de postponer la ayuda a quien tal vez la esté reclamando más efusivamente y esté viendo que se está ejerciendo con otras personas y la muerte de los niños atendidos con vida.
Frustración
En otras ocasiones, la frustración es el principal sentimiento que invade al sanitario. “La situación de atrapamiento indigno en la que sucumben las personas que se ven obligadas a dejar su lugar de origen escapando de la miseria y/o la guerra, y quedan encarceladas en un campo de acogida, por otro lado, esta última, la peor de las opciones para el desarrollo de una vida respetuosa con los Derechos Humanos, todo ello delante de los ojos y la impasividad de la comunidad internacional. Lo que más me impacta no es lo que les pasa a las personas que se atienden, sino la respuesta que muchas veces reciben de los que estamos en posición de poderles ayudar. Todo ello tiene que ver con el sentimiento de impotencia del profesional ante la magnitud del suceso y la reacción institucional insuficiente o nula”, concluye.