DAVID RUIPÉREZ.- María José García Romo, presidenta del Colegio de Enfermería de Salamanca, deja de lado su faceta como presidenta y ha contado a Canal Enfermero y diarioenfermero.es lo que ha significado a ella, como enfermera, estar en primera línea de la asistencia sanitaria. Comparte lo que ha aprendido al enfrentarse a lo desconocido y lo que le ha enseñado la dureza de esta situación.
¿Cómo ha sido tu experiencia estos días?
Del día a la mañana el tiempo se detiene y nos convertimos todos en equipos COVID-19, cambiamos un contexto de trabajo, nuestra forma de cuidar a los pacientes por otra forma nueva de cuidar a pacientes con un virus que estaba ahí totalmente desconocido y nos convertimos en equipos COVID. Como piezas de un puzzle en los que teníamos que estar dando donde se nos requería y se nos sigue requiriendo. Mi experiencia ha sido trabajar con compañeras muy jóvenes, no tanto y otras a punto de jubilarse pero todas compartiendo conocimiento, entrega y vida. Tanto personal como profesional. También recuerdo muchas miradas que esconden miedos ante un escenario jamás vivido y con mucha valentía. En muchos casos sintiendo un bloqueo que nos paralizaba sin discutir carteleras se cambiaron turnos de trabajo, no había ninguna discusión todo era seguir adelante y trabajar.
Ante la ausencia de equipos correctos de protección, ¿habéis sentido miedo, teníais miedo de contagiaros?
Sí, hemos sentido mucha impotencia ante la escasez de medios, de equipos de seguridad de un tipo y de otro. Ha habido y sigue habiendo peticiones claras de protección para evitar riesgos para nuestra salud. Aunque se nos ha utilizado el término héroes, no lo somos. Somos profesionales, valientes, dispuestos a darlo todo por los demás y sí que hemos tenido miedo. Pero hemos conseguido cuidar a los pacientes de forma integral, a pesar de las circunstancias adversas, hemos conseguido que tenga el tratamiento adecuado, que se haya sentido arropado y tranquilo, que pueda notar aún, a pesar del doble guante, a una mano tendida que no le ha dejado solo. También hemos cuidado que el paciente no sintiera la inquietud en nuestra mirada por la falta de medios. Yo creo que estos cuidados nos van a hacer más fuertes porque hemos puesto por delante nuestra vocación, frente al miedo y al desasosiego.
¿Qué ha sido lo más duro?
Una de las cosas más duras ha sido la lucha a vida o muerte. Menos mal que trabajábamos equipos multidisciplinares todos para salvar vidas contrarreloj. Hemos tenido que trabajar con constantes modificaciones de protocolos, pautas de actuación o peticiones de pruebas urgentes. Todos hemos formado un gran equipo para ganarle terreno a la muerte, demasiado presente con nosotros estos días.
¿Se ha demostrado que los profesionales sanitarios son más adaptables, menos rígidos de lo que pensábamos?
Por supuesto, ha habido una gran adaptación, sin quejas, adaptándonos a lo que nos pedían. Con el miedo, por supuesto a no estar, no cumplir o poder. Pero hemos estado ahí y así ha sido en todos los casos.
¿Cuál es la lección aprendida de la crisis?
Estamos aún en un momento duro, por tanto las lecciones se harán con posterioridad. Pero señalaría la necesidad de contar y planificar los recursos, porque no los ha habido y hemos tenido que inventarlos. Sí que es verdad que la improvisación también ha venido porque ha sido algo tan nuevo que los sistemas sanitarios no estaban adaptados para ello. Hemos querido entender hasta eso, realmente pedíamos lo que necesitábamos para no contagiarnos. Hemos sido conscientes de que la enfermedad está ahí y la hemos atacado con el cuidado. Quedan muchas lecciones y quizá todavía no estamos en el momento de pararnos a reflexionar, pero tendremos que hacerlo, porque hay que aprender de un antes y un después de la pandemia.
¿Crees que los cambios sociales y sanitarios nos van a impedir volver a la vida de antes?
Quiero ser optimista, pero de momento sigo un poco sensible emocionalmente. Va a costar, es difícil porque la sociedad está enferma todavía. Los ciudadanos están preocupados y la responsabilidad tiene que seguir porque el virus está amenazando en la calle. Los contagios siguen aumentando, siguen faltando tests… hay que dar muchos pasos para llegar a hacer un análisis profundo de la situación.
¿Se podría decir que es lo más duro de tu experiencia profesional?
Creo que esta pandemia no se la esperaba ningún compañero, a pesar de que se viera lo que pasaba en China. Ha puesto a prueba al mundo, a los profesionales y a las enfermeras y hemos estado ahí a pesar de ponernos a prueba. Y lo seguimos haciendo, porque tristemente esto sigue hacia adelante.
¿Qué recuerdo guardarás de esto?
Me gustaría es recordar a todas las víctimas y a todos los compañeros fallecidos por la pandemia. Hay dos palabras que me vienen a la cabeza: gratitud y orgullo. Gratitud a todos los compañeros a todos los sanitarios y tantas y tantas personas y orgullo de pertenencia a una profesión que ha demostrado la excelencia. También tengo que decir que indignación e impotencia que en este tiempo han estado presentes en mi pensamiento y quiero en esta pequeña entrevista representar el sentir de mis compañeras la mirada a través de máscaras, gafas o pantallas que han sido y son todavía herramientas difíciles de conseguir en nuestro trabajo.
¿Una última reflexión?
Nosotros como profesionales tenemos que seguir unidos. Yo como presidenta he intentado en este caso he intentado a pesar del poco tiempo del que disponía que el colegio estuviera ahí en todo momento y que tuviéramos que seguir más que nunca juntos como profesionales, incluso buscando la unidad entre otros profesionales. Porque tenemos que seguir, tenemos que hacer ser equipos en un momento tan necesario. Quiero dar mucho ánimo a mis compañeros pero sentirnos todos juntos unidos en este momento de una carretera que se ha cortado y que hay que volver a unirla, no sabemos cómo, pero lo haremos