MARINA VIEIRA.- La segunda edición del concurso que organiza el Consejo General de Enfermería con la cortesía de Enferseguros ya cuenta con un relato ganador. El texto, titulado «María», explica en pocas pero impactantes palabras que el compromiso de las enfermeras con los cuidados va más allá de un desempeño profesional. A modo de semidiálogo, el enfermero tinerfeño Iván Hernández Valladares explica cómo una enfermera llamada María va día a día a visitar a una señora, acto que parece ser parte de su trabajo, pero que cuenta finalmente con otro tipo de compromiso. El jurado, compuesto por miembros de Consejo General de Enfermería, ha elegido unánimemente este relato como el mejor de este segundo semestre del concurso por el sentimiento con pocas palabras que refleja esta historia, por cómo el autor es capaz de mostrar la realidad de la profesión enfermera.
El autor relato, para escribirlo, se inspiró en «la experiencia sobre el contacto directo con los pacientes que están solos en domicilios lejanos, esos que no tienen a nadie y su familia son la enfermera, el repartidor, el personal de ayuda a domicilio y poco más. La soledad es un mal que como enfermeras debemos combatir con nuestra presencia y nuestro contacto. Nuestro cuidado es una forma de dar parte de nosotros mismos a los demás», explica Hernández Valladares. El enfermero ha ganado un lote de libros y un ebook que recibirá próximamente en su domicilio. Ya está en marcha la siguiente y penúltima edición de este concurso de microrrelatos enfermeros, solo quedan dos oportunidades para llevarse estos lotes de libros y ebook que otorgará el Consejo General de Enfermería con la cortesía de Enferseguros al relato ganador.
Aquí se pueden consultar las bases completas.
Este es el relato ganador de esta segunda edición
Como cada mediodía desde hace mucho tiempo Ana llegó al umbral de aquella casa, cogió la llave escondida bajo el felpudo y abrió la puerta.
-¿Eres tú, Ana? Preguntó María preocupada
– Sí, soy yo. Replicó Ana
Ana se acercó y le cogió la mano
-¿Cómo estás? preguntó María
-Cansada, pero bien. Fue la respuesta de Ana
Estuvieron más de media hora en silencio, como dos telépatas que tuvieran mucho que decir en silencio. Miradas, gestos, y unas lágrimas de María al final. Pero ese día era distinto a muchos otros.
-Gracias. Dijo María
-Gracias por todo. Mi hija preferida, mi amor, mi compañía. Desde que no está Juan eres todo para mí.
Ana lloró en silencio al abandonar esa casa esa noche para irse a dormir con su marido y sus hijos. Al día siguiente no estaba la llave bajo el felpudo. La puerta estaba abierta. María estaba muy acompañada. En su cama, yaciendo plácidamente con una foto entre las manos, Juan.
-¿Es usted Ana? La enfermera ¿no?
-Sí. respondió Ana
-Anoche falleció mientras dormía. Le comenta el médico de emergencias que acudió al aviso de que María no presentaba signos de vida alertados por la llamada de la teleasistencia.
-¿Era su paciente?
– No, desde hace años no lo era. Pero ella creía que seguía siéndolo
– Entonces, ¿porqué venía cada día?
-Yo era su única visita familiar, su única familia.
-Gracias, dijo el médico. Gracias.
Y entonces la abrazó, sin más.
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