REDACCIÓN.- Investigadores de la Unidad de Gestión Clínica de Medicina Interna del Hospital Regional de Málaga y del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) están trabajando en un proyecto en el que participan 130 menores de entre 4 y 9 años de Málaga capital, con el objetivo de prevenir la obesidad gracias a la dieta mediterránea y el ejercicio físico. Este proyecto mide parámetros tanto a nivel analítico como de composición corporal y de grosor íntimamedia carotídea para determinar si, a través de la intervención con deporte y una alimentación sana, se producen modificaciones epigenéticas, lipidómicas y metagenómicas. En el primer año del estudio, los participantes han mejorado sus niveles lipídicos y glicémicos.
En este proyecto intervienen profesionales enfermeros, que miden los datos antropométricos como el peso, la talla o la presión arterial, junto con biólogos y técnicos de laboratorio que hacen técnicas moleculares. Además, han intervenido profesores de la Universidad de Málaga, profesores de educación física, nutricionistas y radiólogos pediátricos.
La coinvestigadora del IBIMA y del Hospital Regional de Málaga, María Rosa Bernal, explicó que “el 23% de la población infantil andaluza presenta sobrepeso u obesidad, así que es vital hacer una investigación en edades tempranas si queremos prevenir el desarrollo de patologías cardiometabólicas en la edad adulta». Bernal apuntó que la obesidad infantil en edades tempranas no es considerada a nivel familiar como un problema a resolver aunque, en la mayoría de los casos, se pueda modificar con hábitos de vida saludables que les prevenga de futuras patologías asociadas a la obesidad.
Titulado ‘Implicación de los mecanismos epigenéticos y la microbiota intestinal en el desarrollo de la resistencia a la insulina en una población pediátrica con obesidad metabólica sana’, este estudio se ha centrado en los niños con edades comprendidas entre los 4 y 9 años con la intención de inculcar hábitos de vida saludables desde la infancia. Tras un primer análisis, el estudio, que tendrá una duración de tres años, determinó que los participantes realizaban poco ejercicio físico con un alto nivel de sedentarismo debido al consumo de muchas horas de las nuevas tecnologías y un bajo consumo de alimentos saludables. En una primera toma de contacto, observaron que 949 menores padecían obesidad y que, parte de ellos, presentaba una alta resistencia insulínica e hiperinsulinemia compensatoria, con una elevada ingesta lipídica y escasa de vitamina D. Además, sus perfiles lipídico y glicémico presentaban niveles sanguíneos por encima de los valores normales.
«Encontramos que el 30% de nuestra población tenía ya un aumento del grosor de la íntima-media carotídea al inicio del estudio. Estamos analizando si la situación ha revertido tras la modificación del estilo de vida durante este primer año en nuestra población», señala la investigadora, que apunta a que las primeras conclusiones arrojan resultados positivos, ya que los investigadores han observado cambios, tanto desde el punto de vista del ejercicio físico como del de la alimentación, reduciendo el sedentarismo y la comida rápida. Todo esto ha contribuido a una mejora de los niveles lipídicos y glicémicos de los menores.