IRENE BALLESTEROS.- Más de 523.000 menores en España se encuentran sin pediatra, ni enfermera pediátrica de Atención Primaria asignada al que acudir. Tampoco pueden contar con otros profesionales sanitarios para su atención. Esto es lo que ha querido denunciar la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) en el 19º Congreso de actualización pediátrica que da cita a 700 profesionales desde el 2 y hasta el 4 de marzo en Madrid. Un congreso que tratará cuestiones de actualidad como el aumento de trastornos de salud mental, autolesiones y suicidio en adolescentes, el estado de la nutrición de la infancia, los virus emergentes y las novedades en vacunas, aspecto donde la enfermería es líder.

Esta problemática cuenta con unas consecuencias desastrosas para la salud infantojuvenil y deja cada día a más jóvenes desamparados ante un sistema sanitario debilitado. «Son niños que no tienen un seguimiento, nadie conoce su progresión, por lo tanto, hay muchas cosas que se pierden por el camino, porque cuando tú conoces los antecedentes familiares y personales de ese niño es más fácil llegar al diagnóstico, conocer sus motivos sociales, emocionales o familiares que conlleva a faltas en el desarrollo psicomotor o problemas escolares, entre otros», afirma Lausana Marín, enfermera del Centro de Salud San Andrés, en Villaverde y que atiende a una población infantojuvenil en su totalidad.

Datos

Las cifras sobre la falta de pediatras pone a Madrid en el punto de mira, ya que se encuentra a la cola, con más del 10% de plazas sin cubrir, junto con Cataluña, Asturias y Navarra, con más del 6%. En los casos en los que no se cubren las plazas por pediatras «se contrata a médicos de familia, médicos generales y médicos extracomunitarios sin título homologado. Esta situación que llevamos años denunciando, no ha mejorado lo suficiente o ha empeorado en algunas autonomías. Las familias lo saben, los pediatras de Atención Primaria lo sabemos y las autoridades no pueden seguir mirando hacia otro lado, porque los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a una asistencia de calidad«, afirma Concepción Sánchez Pina, presidenta de la AEPap.

Enfermera pediátrica

En lo que respecta a la enfermería pediátrica, los datos tampoco son nada positivos. En este caso, destaca Andalucía, donde este año se incorporará una enfermera específica en las consultas infantojuveniles, con un profesional por cada 880 pacientes. En Canarias, se está ultimando el protocolo de atención finalista por enfermería a los pacientes sin cita. Y, junto con Navarra, Cataluña y País Vasco, son las comunidades donde los profesionales de enfermería asumen parte del cribado de las consultas sin cita. Este será otro de los temas de debate que se tratarán durante el congreso, así como los retos a los que se enfrenta la profesión en el periodo postpandémico.

Por primera vez este encuentro cuenta con la presencia enfermera para aportar valor, poner en común conocimientos y apostar por el trabajo multidisciplinar. «En el congreso podemos encontrar líneas de encuentro en las que trabajar juntos el pediatra y la enfermera. Podemos encontrar cómo trabajar mejor en equipo, conociendo flujos de trabajo que tengan en cuenta la carga de trabajo que tenemos. Que los niños sean beneficiados de ese trabajo. Podemos encontrar en qué punto podemos ayudar las enfermeras para que los pediatras puedan dedicarse al diagnóstico», continúa la enfermera. Y es que, el papel de los pediatras y el de las enfermeras pediátricas no es intercambiable, por ello, es necesario apostar por el trabajo en equipo, aquel que sume a la salud de los menores. «Los pediatras de Atención Primaria lo que queremos es que haya una proporción un pediatra y una enfermera de pediatría dedicados a un cupo. Esa es la proporción ideal y de ninguna forma son intercambiables, cada uno tiene sus conocimientos y lo perfecto es trabajar en equipo», cuenta la presidenta de la AEPap.

Además, se pondrá el foco en el papel de la enfermera pediátrica en España, una profesión hastiada, poco reconocida y, en muchos casos, maltratada, algo que impacta de forma decisiva en la salud de todos. «No se nos cuida y se desperdicia talento y eso va en detrimento ante la salud del propio país y de la salud económica. No detectar precozmente problemas provoca que el niño tenga más necesidades y cada vez más caras. Tiene poco sentido común, pero la situación es la que es», se resigna Marín.