ALICIA ALMENDROS.- Si escuchamos el nombre de Ángela Rozas no nos suena da nada. En cambio, si hablamos de Madame de Rosa sí. En realidad, son la misma persona. Ángela tiene casi 600.000 seguidores en Instagram con el nombre de Madame de Rosa. Antes de confirmar su positivo en COVID-19, Ángela contó su experiencia como enfermera en el Hospital La Paz de Madrid a diarioenfermero.es

“Cuando vi que la cosa empezaba a ponerse seria, la idea empezó a rondar mi cabeza. Y cuando una compañera mía enfermera me mandó un mensaje diciéndome que necesitan enfermera en La Paz tomé la decisión de ir a ayudar y dejar a un lado las redes sociales”, explica Rozas. Desde entonces, es una enfermera más en el hospital Universitario La Paz (Madrid) luchando contra el coronavirus.

A su llegada al hospital reconoce haber encontrado una carga laboral impresionante y gente psicológica y físicamente. “Están siendo días muy duros. Llego a casa y las piernas no me responden”, asegura.  Como en otros hospitales, las enfermeras están teniendo un papel clave, son la primera barrera frente el COVID-19. “Me siento orgullosa de mis compañeros. Son un ejemplo de generosidad y con una capacidad brutal de trabajo”, argumenta Ángela.

Como en muchos otros hospitales, la coordinación corre a cuenta de la improvisación. “Vamos improvisando dependiendo de la cantidad de personal que hay y de las indicaciones nuevas que aparecen a diario. Pero me gustaría resaltar la predisposición que tiene todo el mundo a ayudar, desde el médico hasta el personal de la limpieza. Todo el mundo se ofrece a ayudar y es emocionante”, comenta la influencer.

Escasez de material

Mascarillas, guantes o respiradores son las mejores armas para frenar al coronavirus. En cambio, no es fácil acceder a ellos. “Hay mucha escasez de material y el miedo al contagio es palpable teniendo en cuenta que no estamos bien protegidos. En mi planta esta semana se han ido de baja cinco personas con COVID-19”, afirma.
Para ella lo más difícil es ver a la gente morir sola. “Los pacientes llegan asustados y la soledad de los días posteriores no ayuda… Los familiares no pueden entrar por riesgo al contagio. Ellos tienen teléfono móvil e intentamos que hablen diariamente con sus familias. Si son personas mayores les ayudamos con el teléfono. Pero es verdad que entre la carga de trabajo que tenemos y las dificultades de estar vestidos con los EPIS dificulta todo mucho”, resalta.

Como para muchos otros sanitarios los aplausos de las ocho de la tarde le emocionan: “Es un sentimiento indescriptible”, expone. Estos días de confinamiento no están siendo fáciles, pero Ángela pide a todos que “por favor no salgan. Esto no es una gripe, es algo muy grave y mucha gente va a morir. Gente que conoces, gente que quieres… Esto sólo acaba de comenzar. Quédate en tu casa”.

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