ÁNGEL M. GREGORIS.- Fátima Agudo es enfermera y tiene en su historial haber sido tres veces subcampeona del Mundo de tiro con arco de sala, 17 veces campeona de España y dos récords mundiales entre otras proezas. Ahora, tras 30 años trabajando, acaba de lograr un nuevo triunfo, esta vez un poco más agridulce. Ha vencido al COVID-19 después de tres semanas de baja en su casa. “Me hicieron la serología y estoy inmunizada, pero no sabemos cuánto durará, así que hay que seguir protegiéndose igual. No hay nada claro”, afirma Fátima.
Al principio recuerda cómo todo les pilló todo de nuevas. Trabaja en el Hospital San Pedro de Alcántara, en Cáceres, y empezaron a llegar pacientes, unos diagnosticados, otros sin diagnosticar. “Fue todo un poco caótico, cambiaban los protocolos de un día para otro, teníamos material al principio, pero después estábamos más escasos; primero se dijo que nos quedásemos en casa los que habíamos tenido contacto con enfermos, pero luego se cambió y sólo se aislaban lo s que tuviesen síntomas…”, comenta.
Poco después de este comienzo, Fátima empezó con síntomas relativamente leves y le hicieron una primera PCR que dio positiva. “Me aislé en una habitación, con muchas precauciones por mi familia, pero creo que lo hemos pasado los cuatro porque han pasado síntomas leves. Yo he tenido febrícula intermitente, un poco de malestar y cansancio, un poco de tos, pero pasé los 14 días, me repitieron la PCR y di negativo”, subraya.
A su vuelta, el estrés laboral ya ha mejorado porque hay menos pacientes y las plantillas se han reforzado. Ahora está en una unidad de ventilación mecánica que está llena de pacientes COVID-19 positivo. “En la planta donde trabajo son pacientes semicríticos, que, o bien han empeorado en planta y pasan aquí o han salido de la UCI. Estamos viendo pacientes que evolucionan rápidamente de estables a muy graves y pacientes que están convalecientes, pero con secuelas importantes”, señala.
Para ella, lo más duro son las familias. “Es ver como empeoran drásticamente de un día para otro y, sobre todo, que están solos. Me resulta muy duro que no puedan estar con su familia. Nosotros intentamos acompañarlos, pero no somos su familia. Nosotros vemos al paciente y vemos que está estable, pero los que están fuera es lo más complicado”, puntualiza.
El confinamiento, la enfermedad y su trabajo en el hospital no le han hecho apartarse del deporte, que lo ha seguido practicando los días que se encontraba bien de salud. “Me animaba, estimulaba y me hacía sentir bien”, concluye, antes de confirmar que “saldremos y saldremos habiendo aprendido muchas cosas”.
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