“Si queremos proteger el derecho a la salud, debemos proteger e invertir en profesionales sanitarios”, especialmente en enfermeras. Esa es la principal conclusión del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) en el informe que ha presentado al relator especial de la ONU sobre el Derecho a la Salud, en el que piden reforzar el apoyo y protección de las enfermeras en todo el mundo. Mensaje del CIE a Naciones Unidas.
Como señala Howard Catton, director general del CIE, “a pesar de los enormes desafíos a los que se enfrentan, las enfermeras de todo el mundo siguen luchando cada día para proteger el derecho a la salud, proporcionando cuidados, defendiendo la equidad sanitaria y las políticas de promoción de la salud, y trabajando para desmantelar las barreras de acceso”.
Así, el informe del CIE destaca varios ejemplos de enfermeras que promueven el acceso a la atención sanitaria, como sucede en Nueva Zelanda, donde las enfermeras abordan las disparidades sanitarias a las que se enfrentan las comunidades maoríes y polinesias, al tiempo que refuerzan la preparación para casos de desastre, o las de la India, que amplían el acceso a la atención de la salud dirigiendo centros comunitarios de salud y bienestar.
Conflictos y crisis
El CIE también ha documentado el testimonio de enfermeras que desempeñan un papel vital como coordinadores de la atención en situaciones de crisis y defensores de las poblaciones vulnerables en conflictos y crisis, a menudo con gran riesgo personal. Entre ellos se encuentran las enfermeras de Somalilandia, que se han ofrecido voluntarias para trabajar en regiones fronterizas afectadas por conflictos donde las mujeres se enfrentan a una mayor violencia de género y el acceso a la atención sanitaria está muy limitado. Por su parte, las enfermeras de la región etíope de Tigray siguieron prestando atención sanitaria a pesar de no recibir remuneración durante la guerra civil, mientras ellas mismas se enfrentaban a una grave inseguridad alimentaria, y colegas de Gaza también han seguido trabajando sin remuneración en medio de dificultades extremas para mantener el acceso a los servicios sanitarios esenciales.

Imagen: Ministerio de Sanidad (Mónica García)
Como señala Catton, “los ejemplos que hemos documentado muestran que las enfermeras desempeñan un papel vital como defensoras de los derechos humanos, pero a menudo sin el apoyo y la seguridad que necesitan y merecen”.
Así, el informe también destaca que, las enfermeras son defensoras cruciales de los derechos humanos, pero están siendo socavadas sistemáticamente por protecciones inadecuadas en el lugar de trabajo, una inversión crónica insuficiente y ataques violentos a las instalaciones donde trabajan. De hecho, se advierte sobre las condiciones inadecuadas de trabajo que deben soportar, a lo que se suman ataques en zonas de conflicto, con una protección insuficiente del personal sanitario en situaciones de crisis, así como los obstáculos que han de afrontar para prestar la atención sanitaria que precisa la población.
Malas condiciones laborales
El informe del CIE advierte sobre los patrones generalizados de malas condiciones laborales a las que se enfrentan las enfermeras en todo el mundo, entre las que destacan una remuneración insuficiente, jornadas laborales excesivas y grave falta de personal. A lo que se suma que, en general, las mujeres – la enfermería es una profesión feminizada en todo el mundo – reciben menos remuneración, trabajos de menor categoría, menos funciones de liderazgo y son más propensas a sufrir violencia y acoso en el lugar de trabajo.
“Todo esto está llevando a nuestra profesión al límite, con niveles crecientes de agotamiento, problemas de salud mental, acciones sindicales y abandono de los puestos de trabajo por parte de las enfermeras. Estas cuestiones críticas contribuyen a la escasez de profesionales siendo ahora una emergencia sanitaria mundial, que amenaza el derecho a la salud de las poblaciones de todo el mundo”, incide el director general del CIE.
Zonas de conflicto

A estas circunstancias se añade la urgente necesidad de proteger a los profesionales sanitarios en zonas de conflicto, algo en lo que se está fallando de forma estrepitosa.
Sólo en Gaza más de 200 enfermeras y médicos han sido detenidos sin juicio y sin noticias de su seguridad o paradero. “Las enfermeras en Gaza siguen trabajando, aunque no ha recibido salario y se enfrentan a una inseguridad alimentaria extrema. En Cisjordania están sufriendo acoso laboral por parte del ejército, que entra en los hospitales e interrumpe su trabajo, los bloqueos administrativos les impiden cobrar su salario completo y los controles militares retrasan considerablemente su llegada al trabajo”, detalla Howard Catton.
Mientras tanto, las enfermeras de las zonas rojas del Líbano denuncian malas condiciones de trabajo y de vida, desplazamientos y un alto desempleo debido a la destrucción de los hospitales. También en Nigeria denuncian condiciones de trabajo inseguras, como el envío sin su consentimiento a regiones peligrosas e inseguras en el norte del país.
“Los profesionales sanitarios de las zonas de conflicto están perdiendo la fe en el derecho internacional humanitario para protegerse y poder llevar a cabo su labor de salvar vidas protegiendo la salud, lo que requiere la atención urgente del Relator Especial y del Consejo de Derechos Humanos”, ha subrayado Catton.
Obstáculos a la atención sanitaria
Finalmente, el informe del CIE también documenta observaciones directas de las enfermeras, que son testigos y experimentan graves obstáculos para la prestación de cuidados, como la falta crónica de recursos de los sistemas de salud, la exclusión de los refugiados y migrantes de los servicios de salud, y las políticas y marcos legales que restringen ciertos procedimientos sanitarios, como el aborto, o no permiten la práctica avanzada de la enfermería.

Por ejemplo, tras la guerra en Sudán, el personal informa sobre la destrucción de su sistema de salud durante la guerra, con una infraestructura sanitaria en estado de colapso y falta de electricidad y de equipos esenciales, como el EPI, y de consumibles necesarios para prevenir y controlar las infecciones. Las enfermeras de Sudán del Sur también describen condiciones duras y escasez de equipos, suministros y medicamentos esenciales, y las familias de los niños ingresados en hospitales pediátricos a menudo se ven obligadas a comprar ellos mismos los artículos básicos. Mientras tanto, las enfermeras de Afganistán informan de graves obstáculos financieros para la atención sanitaria, como la congelación internacional de la financiación, y barreras específicas para el acceso a la atención de salud de las mujeres a las que no se les permite mostrar ninguna parte de su cuerpo o rostro a ningún profesional sanitario masculino.
Por último, la presentación del CIE incluye el testimonio de enfermeras de Mauritania sobre personas desplazadas internas vulnerables y migrantes que no pueden acceder a la atención sanitaria, incluidas personas desplazadas por la crisis climática y migrantes transitorios sin estatus de refugiado registrado. Las enfermeras turcas también informan de la exclusión de migrantes y refugiados no registrados de los servicios de salud existentes debido a su falta de estatus legal, así como de trabajadores migrantes dentro de Turquía que no tienen acceso a la atención médica o a una higiene o saneamiento adecuados cuando se encuentran fuera de su región, entre otros muchos ejemplos.