La exposición a entornos naturales, ya sea de forma directa a través de paseos o visitas al bosque, o indirecta con la presencia de plantas en el hogar u observar paisajes naturales, se asocia con menores niveles de estrés percibido y mejor bienestar psicológico. Así lo afirma el estudio desarrollado por María de la Hoz García, una enfermera que ha demostrado que el contacto con la naturaleza actúa como moderador del estrés y mejora la calidad de vida, especialmente la salud mental, de la población adulta en zonas rurales.

El estudio está centrado en la población adulta que reside en la comarca rural del Señorío de Molina-Alto Tajo, en Guadalajara, una de las zonas rurales más despobladas de toda la geografía española. El análisis ha tomado como muestra a 208 personas a quienes se les estudió sobre el estrés percibido y su calidad de vida relacionada con la salud. El proyecto también recoge datos sobre factores sociodemográficos, estado de salud y nivel de contacto con la naturaleza, incluyendo variables como la frecuencia de visitas a entornos naturales, la observación de paisajes o la presencia de vegetación en los hogares o centros de trabajo.

Además, la investigación revela diferencias significativas por género. Así concluye que las mujeres tienen mayores niveles de estrés en comparación con los hombres, pero también obtienen más beneficios al estar en contacto con la naturaleza. «Estos resultados resaltan la importancia de diseñar estrategias de salud pública con enfoque de género y equidad en el acceso a los espacios naturales», explica la autora del proyecto.

Políticas de salud pública

Los resultados de este estudio ponen el foco en la necesidad de una mayor implicación en la planificación sanitaria y las políticas de salud pública, específicamente en las zonas rurales, que cuentan con una escasez de servicios y recursos en el marco sanitario que ponen en riesgo la calidad de vida de su población, especialmente en el plano de la salud mental, donde los recursos son, si cabe, aún más arcaicos. «Una de las principales aplicaciones es la integración de la naturaleza como un recurso terapéutico en la Atención Primaria, promoviendo su prescripción para el manejo del estrés, la ansiedad y otras condiciones crónicas», sigue la enfermera investigadora.

Como detalla la autora del estudio, estos resultados pueden servir como guía para el diseño de entornos sanitarios más saludables, que lleven a la creación de espacios verdes dentro de hospitales, centros de salud y residencias. «También pueden inspirar programas comunitarios basados en el contacto con la naturaleza. En el futuro, estos resultados pueden influir en la creación de políticas públicas que garanticen el acceso equitativo a espacios naturales, priorizando el bienestar de la población rural y vulnerable. También sugieren la necesidad de más investigación sobre la dosis óptima de contacto con la naturaleza para maximizar sus beneficios en la salud física y mental», concluye.