GEMA ROMERO.- Pitidos, sonidos graves, zumbidos, grillos… así describen los pacientes que padecen acúfenos el sonido que perciben de forma constante en los oídos. Una patología muy común, que afecta a una de cada cinco personas y que puede provocar dificultad para dormir, para concentrarse e incluso para desarrollar cualquier tipo de actividad laboral o social. Además, a medida que los pacientes son más conscientes de los ruidos comienzan a centrase más en ellos, con lo que aumenta la frustración y la ansiedad, lo que hace que el ruido parezca peor. Por ello, un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Wright, en Fairborn, Ohio (Estados Unidos), ha analizado una nueva forma para tratar los acúfenos, también conocidos como tínitus, a través del entrenamiento en neurofeedback, como una forma de desviar la atención de los sonidos.
El Neurofeedback o neurorretroalimentación es una forma de entrenar el cerebro al permitir que un individuo reciba algún tipo de indicador externo en su actividad cerebral e intente ejercer control sobre él. Como explica Matthew Sherwood, del departamento de Ingeniería Biomédica Industrial y Factores Humanos de la Universidad de Wright y coautor del estudio, “la idea es que la corteza auditiva de las personas con acúfenos recibe una atención excesiva, lo que la hace más activa que en una persona sana. Nuestra esperanza es que quieres padecen tínitus puedan usar el neurofeedback para desviar la atención y posiblemente hacer que desaparezca”.
Resonancia magnética funcional
Para determinar la eficacia potencial de este enfoque, los investigadores hicieron que 18 voluntarios sanos con audición normal se sometieran a cinco sesiones de entrenamiento de neurorretroalimentación con resonancia magnética funcional. Los participantes del estudio recibieron tapones para los oídos a través de los cuales se podía introducir ruido blanco por períodos de tiempo. Los tapones también servían para bloquear el ruido del escáner.
Para obtener los resultados de la resonancia magnética funcional, los investigadores utilizaron imágenes ecográficas de disparo único. «Comenzamos alternando periodos de sonido y sin sonido para crear un mapa del cerebro y encontrar las áreas que produjeran la mayor actividad durante la fase de sonido», explica Sherwood. Dentro del escáner, los participantes recibieron ruido blanco a través de los tapones para los oídos y pudieron ver la actividad en su corteza auditiva primaria como una barra en una pantalla. Cada sesión de entrenamiento contenía ocho bloques separados con un período de «relajación» de 30 segundos seguido de un período «inferior» de 30 segundos.
Los participantes fueron instruidos para vigilar la barra durante el período de relajación e intentar activamente bajarla, disminuyendoasí la actividad de la corteza auditiva primaria durante la fase inferior. Para ellos los investigadores les dieron técnicas, como tratar de desviar la atención del sonido a otras sensaciones como el tacto y la vista. «Muchos se concentraron en respirar porque les dio una sensación de control», afirma Sherwood. «Al desviar su atención del sonido, la actividad de la corteza auditiva de los participantes disminuyó y la señal que estábamos midiendo también disminuyó».
Este estudio representa la primera vez que se aplica el entrenamiento de neurorretroalimentación con resonancia para demostrar que existe una relación significativa entre el control de la corteza auditiva primaria y los procesos de atención. Esto “es importante para el desarrollo terapéutico, sostiene Sherwood, ya que los mecanismos neuronales de los acúfenos son desconocidos, pero probablemente estén relacionados con la atención. Además, estos resultados podrían conducir a mejoras en otras áreas de la salud como el manejo del dolor”.
«En última instancia, nos gustaría coger lo que hemos aprendido de la resonancia magnética y desarrollar un programa de neurofeedback que no la requiera, como una aplicación o terapia domiciliaria que podría aplicarse a los acúfenos y a otras afecciones», finaliza.