DAVID RUIPÉREZ.- La enfermería escolar es el profesional de referencia en los centros escolares en los temas de salud, y en un campo tan sensible como la educación sexual puede desempeñar un rol importante a la hora de fomentar una sexualidad saludable y positiva, alejada de falsos mitos y por supuesto sin discriminación ni violencia. En la búsqueda de ese objetivo, la enfermera cántabra Ana Isabel Antón ha puesto en marcha una experiencia piloto en la que los adolescentes de 6º curso de Primaria diseñan los contenidos del taller de educación sexual y plantean sus dudas sobre el tema en un entorno confidencial.
Según se publica en el último número de la revista Nuberos Científica, que edita la Fundación de la Enfermería de Cantabria, la actividad se impartió durante casi un mes a 370 alumnos de un colegio de Santander y la estrategia se centró en “usar una herramienta que garantiza la libertad de expresión y la confidencialidad” en un terreno donde reina la vergüenza y la incomodidad a ciertas edades. Tal y como describe Antón en su artículo, los adolescentes introducen sus preguntas escritas en un papel anónimo que se introduce en una urna situada en el aula durante varios días. En la experiencia piloto se recogieron un total de 31 preguntas. Dos de ellas no se respondieron por no ajustarse al nivel de edad de los alumnos ni del taller, pero de las 29 restantes se agruparon en varios temas que representan principalmente los intereses de los escolares como la masturbación, la eyaculación, los pensamientos y sueños eróticos, los preservativos, el embarazo y las relaciones sexuales.
A partir de ese momento, los docentes confeccionan el contenido del taller atendiendo a los intereses expresados por los alumnos. Apoyado por vídeos e ilustraciones la enfermera escolar incorporó los intereses de los alumnos a otros temas imprescindibles en la búsqueda de la sexualidad saludable como el género, la identidad y la orientación sexual, los cambios físicos y psíquicos, el ciclo menstrual, las enfermedades de transmisión sexual o los métodos anticonceptivos.
Después de la formación se repite el proceso de la urna y los adolescentes opinan sobre si las dudas han sido satisfechas, como así lo hicieron nueve de las diez notas anónimas que introdujeron en la caja. La décima dejaba claro que los contenidos han sido entendidos por el o la joven, pero añade una pregunta más sobre la vacunación frente al virus del papiloma humano.
Ana Isabel Antón concluye tras su trabajo que el sistema empleado ayuda obviamente a conocer las inquietudes y que pueden tomarse como referencia para futuras intervenciones, pero también que “la información sobre la masturbación y el pensamiento sexual es lo más planteado, que los chicos preguntan más que las chicas o que la ausencia de cuestiones sobre las ETS refleja la necesidad de seguir avanzando en este camino. En general, la metodología referida permite a los adolescentes expresarse con libertad y sin miedos y a la enfermera focalizar las intervenciones de promoción de la salud sexual, además de la relación de confianza establecida entre ambos”.