ÁNGEL M. GREGORIS.- Con apenas 3.000 habitantes, Óbidos es uno de los lugares con más encanto de Portugal. Alberga rincones especiales desde que traspasas la muralla hasta que abandonas el pueblo por completo. Situado a tan sólo 70 kilómetros de Lisboa, el municipio tiene esa aura mágica, que podría servir como escenario para rodar una película de princesas y príncipes o para algunas de las escenas del final de Juego de tronos. Calles empedradas y muy cuidadas recorren esta pequeña localidad que tendría que ser una de las visitas obligadas si se está más de cuatro días en la capital portuguesa o si, por el contrario, el viaje consiste en una ruta por todo el país. Seis o siete horas nos bastan para conocer Óbidos y probar uno de sus tradicionales chupitos de chocolate con ginjinha, un licor de guindas mezclado con alcohol y azúcar.
La ciudad es pequeña, pero muy visitada. Los turistas atestan sus calles día tras día y, sobre todo, en temporada alta. La Rua Direita, calle principal, nos ofrece multitud de restaurantes y tiendas de souvenirs. Antes o después, es imprescindible recorrer la muralla a pie. Con cuidado porque en algunas zonas el terreno no es del todo seguro, se puede bordear todo el pueblo y ver el centro y la periferia, desde las alturas.
Tradición
Casas blancas y pequeñas, protegidas por un gran castillo, forman este lugar que hasta el siglo XIX pertenecía a la Casa de la Reina y es que desde el siglo XIII se comenzó la tradición de que los monarcas regalasen esta ciudad a sus esposas. Así, de reina en reina, Óbidos comenzó a conocerse como la “Villa de las Reinas”.
El marco sin igual que ofrece Óbidos, declarado Patrimonio Nacional, se vuelve más espectacular durante la celebración del mercado medieval, entre los meses de julio y agosto. Puestos de comida, de artesanía, de manualidades en los que se puede ver, probar y comprar rememorando la Edad Media. También muy fam
oso es el Festival de Chocolate, que se celebra en enero, y en el que se puede degustar este manjar fabricado allí.
Castillo
El castillo, que está muy bien conservado, actualmente alberga una posada y, a no ser que pagues por alojarte en una de sus habitaciones, esa zona no podrá visitarse. Aun así, contemplar el exterior del castillo y pasear por la muralla bien merecen un rato de tu tiempo. Como todo Portugal, a pesar de ser pequeño, el municipio cuenta con numerosas iglesias, entre las que destacan la Iglesia de Santa María, la Iglesia de São Tiago y la Iglesia da Misericordia. Además, también es necesario ver el acueducto de más de 3 kilómetros de largo, construido por Catalina de Austria.
Durante la Semana Santa, algunas de las iglesias organizan celebraciones especiales como conciertos dentro de los templos. Eso sí, hay que estar muy pendiente porque es muy fácil quedarse sin sitio. En Óbidos es importante buscar los lugares menos atestados de turistas a la hora de disfrutar de la gastronomía por un precio más económico.