ÁNGEL M. GREGORIS.- Cuando Emilio Martínez-Lázaro se propuso mezclar a vascos con andaluces en Ocho apellidos vascos nunca imaginó cómo le iba a salir el experimento. La cinta, protagonizada por Dani Rovira y Clara Lago, se convirtió hace ya año y medio en la película más vista de la historia del cine español, con casi 10 millones de espectadores y 60 millones de euros de recaudación. Estas cifras estratosféricas, en un momento en el que cada vez es más complicado que la gente acuda a las salas, hicieron que el director anunciase rápidamente una segunda parte del filme, que, repitiendo la misma fórmula, ha logrado el mismo éxito.

Que nadie vaya al cine a ver Ocho apellidos catalanes esperando encontrarse con una maravilla del séptimo arte, porque no lo va a encontrar. La cinta continúa la historia de amor de Amaia (Clara Lago) y Rafa (Dani Rovira), que comenzó en la primera parte. En esta ocasión, una ruptura y una futura boda de ella con un catalán (Berto Romero), lleva al andaluz hasta un pueblo de Gerona para recuperar el amor de la vasca.

Romanticismo

Y entre medias de tanto romanticismo, se cuelan unas maravillosas Carmen Machi (madre en ocasiones de Rafa) y Rosa María Sardá (abuela del nuevo novio de Amaia), que logran las mejores escenas de la película. Sobre todo en el momento en el que se conocen. A Machi, que ya ganó el premio Goya a la mejor actriz de reparto el año pasado, posiblemente le tocará competir en esta ocasión con su compañera Sardá, pero bien es cierto que si los galardones estuviesen en mi mano, cada una se llevaría una estatuilla aunque se tuviesen que cambiar las normas del certamen.

Con el actual ambiente de tensión que se vive entre los políticos catalanes y el Gobierno central, esta cinta ayuda a relajar los ánimos y a reírse, hasta cierto punto, de la situación. Una gran calçotada, catalanes que se sienten españoles y que no, la tacañería y hasta una juventud más cosmopolita que en el resto del país están reflejados en varias ocasiones en el filme.

Y como dicen que reírse nos hace más felices, viendo los resultados de la secuela, no debemos descartar una tercera entrega de la saga con, por ejemplo, Galicia…

En mi opinión, sería excesivo, pero seguro que los guionistas también lo han pensado y por eso ya han incluido un guiño a la autonomía en la cinta de los catalanes.