MARINA VIEIRA.- Desde hace unos años Oporto se ha convertido en la cuna de lo artístico en Portugal. La ciudad de los azulejos y la decadencia se ha llenado desde la última década de artistas que buscan tranquilidad, inspiración y un espacio para crear. Pintores, arquitectos, diseñadores de moda y cocineros que desarrollan sus creatividad culinaria conviven entre palacios del siglo XVIII y paredes pintadas de graffities.

Esta pequeña ciudad desprende arte por todos sus poros. Empezando por el icónico puente metálico que cruza el río Duero, que aunque –también por su apariencia- corra el rumor de que fue diseñado por Gustave Eiffel, no es así, la ciudad portuguesa rechazó el proyecto presentado por la firma de arquitectura francesa y finalmente se lo entregó al ingeniero belga Théophile Seyrig, pero casi todo portugués con el que se tope el visitante le dirá con orgullo que es una réplica de la afamada torre parisina.

Puente de Luis I. Imagen: OportoCool

Puente de Luis I. Imagen: OportoCool

El río divide Oporto de Vilanova de Gaia y se recomienda cruzarlo por uno de sus puentes para observar la ciudad desde ambas perspectivas. Desde Gaia se puede apreciar el mejor atardecer de la ciudad y como es el lugar dónde se encuentran la mayor parte de las bodegas del vino de nombre homónimo a la ciudad, no hay mejor excusa para degustarlo que acudir al ocaso a una de las famosas terrazas de las bodegas.

Del otro lado de la ciudad se recomienda pasear, perderse entre sus calles, recorrer antiguos comercios convertidos en tiendas de nueva tendencia y comer en alguno de los restaurantes que tienen la capacidad de combinar lo tradicional con lo moderno. A lo largo del paseo serán capaces de apreciar la mezcla entre arquitectura del XVII y XVIII y elementos de arte moderno. Exposiciones temporales, arte callejero e instalaciones vanguardistas conviven en armonía con azulejos multicolores, iglesias góticas y edificios casi derruidos, que tienen el encanto de lo decadente.

Zona antigua

Si va caminando desde el río, puede subir desde la Rua das flores, si mira hacia arriba podrá apreciar antiguos palacios de la aristocracia lusitana adornados con azulejos de diferentes colores tiñen la calle que sube hacia la Torre de los Clérigos, una fortificación barroca que es el edificio más alto de la ciudad – y uno de los más altos de Portugal- las vistas desde su cumbre son espectaculares. Unas estrechas escaleras ascienden hasta la torre, donde se puede observar toda la ciudad y unos letreros informan de toda la vista, los edificios más emblemáticos y un poco de historia de cada uno de ellos.

A continuación deberá ir a visitar el interior de la Estación de São Bento. Un espectacular hall con más de 20.000 azulejos recibe a los recién llegados a la ciudad del vino portugués, en los azulejos están representadas escenas de la historia de Portugal, escenas de la realeza, de algunas de sus guerras y de su historia del transporte. Pero no se quede en el hall, también sus vías de tren, con hierro forjado y la vista de las casas que rodean la estación, merecen ser contempladas.

Interior de la Estación de Sao Bento

Interior de la Estación de Sao Bento. Imagen: Marina Vieira

Su catedral, situada en un alto de la ciudad, es también de obligada visita y no por el edificio en sí – una maravilla del gótico portugués- sino por lo especial que es su claustro. La entrada a la estancia cuesta 3 euros y el pago realmente merece la pena.  ¿Por qué? porque se entrará en un patio bañado en azul intenso que define lo que es Oporto: una oda al azulejo. Las paredes de las dos plantas están cubiertas por azulejos, el ornamento portugués por excelencia, dando al lugar una apariencia que difiere mucho de lo que suele observarse en una típica catedral gótica: luz, explosión de color y claroscuros tiñen el lugar de magia y pura estética.

Modernidad

Pero el auténtico encanto de la ciudad no está en sus edificios históricos, sino en la capacidad que han tenido los artistas vanguardistas que se han instalado en los últimos tiempos de aportar su punto creativo a un espacio histórico. Instalaciones metálicas en verde cubren paredes a punto de derruirse en la subida a la catedral, un verde llamativo, pero que sin embargo consigue integrarse con el ambiente. Exposiciones temporales en mitad de la calle sorprenden a los viandantes.

Arte callejero y palacios del siglo XVIII conviven en las calles de la ciudad. Imagen: OportoCool

Arte callejero y palacios del siglo XVIII conviven en las calles de la ciudad. Imagen: OportoCool

Entre las ruas de Miguel Bombarda y Manuel II e Rosario, se puede realizar una ruta por las galerías de arte más vanguardistas del país. En ellas, exposiciones temporales van rotando para ofrecer una visión diferente de la cultura portuguesa, desde su punto de vista más actual y hípster.

Tampoco puede dejar de visitar la Casa da Música. Un emblema arquitectónico construido cuando en 1999 Oporto y Rotterdam fueron elegidas capitales de cultura europea. En ese contexto se decidió que un arquitecto portugués construyese un edificio en la ciudad holandesa y al mismo tiempo, uno holandés lo haría para Oporto. La Casa de la Música fue el resultado de este intercambio, Rem Koolhaas el arquitecto encargado de esta obra de arte, que ha sido ya nombrado como el símbolo del nuevo Oporto.

Esculturas de Ángelo de Sousa en la zona moderna de Oporto

Esculturas de Ángelo de Sousa en la zona moderna de Oporto

En definitiva, una ciudad perfecta para los amantes del arte, los contrastes y la vanguardia. Ideal para visitar en un fin de semana largo y disfrutar de un lugar lleno de encanto, buena comida, buen tiempo y muy buen vino.