EUROPA PRESS.- El Observatorio PROA ha celebrado una jornada sobre “Los retos de la Salud Mental”, que ha tenido presencia enfermera de la mano de María del Mar García, vocal de Salud Mental del Consejo General de Enfermería. Durante su intervención ha asegurado que «con la pandemia se ha observado que hay una cierta aceptación en lo que respecta a la salud mental». «Es algo muy bueno porque ya se habla de ello, ya no es el tema tabú. Además, una vez que se pone el foco y se normaliza, se pueden aportar ideas, soluciones y mejoras», ha agregado.
Para ella, lo más importante es dar visibilidad a la salud mental, que la gente sepa lo que significa y cómo pueden afrontar estos problemas. Por su parte, la coordinadora de la Oficina Regional de Salud Mental de la Comunidad de Madrid, Mercedes Navío, ha apuntado que «las personas son la mejor vacuna para la salud mental».
Vínculos auténticos y genuinos
«Las personas son las que salvarán a las personas, porque nuestra vacuna en salud mental son los vínculos auténticos y genuinos», ha señalado. La pandemia y el contexto socioeconómico de la postpandemia han llevado a una eclosión de los problemas de salud mental motivada, principalmente, porque «el COVID-19 ha arrebatado las dos ilusiones con las que salíamos de casa cada día: la invulnerabilidad y la ilusión de control».
«De repente fuimos conscientes de que no teníamos suelo bajo los pies y, por ello, necesitamos reconstruir el sentido del propósito», ha apostillado. María López-Ibor, catedrática de Psiquiatría, Psicología Médica y Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid, ha recordado que España es uno de los países donde más ansiolíticos se consumen y se debe a que «estamos en una sociedad que evita el sufrimiento». «Necesitamos sentir un alivio inmediato ante cualquier alteración y tendemos a medicalizarla porque queremos una solución rápida», ha añadido.
Actualizado
La experta ha destacado que, justo después de la pandemia, se ha actualizado la estrategia de salud mental que databa de 2007. «Esto demuestra el gran impacto psicológico que ha tenido el COVID-19 en nuestras vidas», ha apuntado.
Ana López-Casero, del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, ha detallado que el coste estimado de la salud mental en España es del 4,2% del PIB, pero el gasto real solo cubre el 10% de ese coste.
Además, ha sostenido que sólo el 60% de los centros asistenciales prestan servicios de salud mental, por lo que hay «una seria carencia de recursos para paliar los problemas derivados de este desequilibrio». «Sin embargo, es importante destacar la gran relevancia de que este tema haya saltado a las agendas políticas de los grandes decisores de nuestro país», ha expuesto.
Promover modelos
También ha defendido que «hay que promover modelos colaborativos entre los diferentes niveles asistenciales -primarios y especializados-, pero también entre profesionales sanitarios y no sanitarios: ayuntamientos, escuelas, empleadores, empresas».
Asimismo, ha puesto a disposición del Sistema Nacional de Salud (SNS)las 22.000 oficinas de farmacia que hay repartidas por todo el territorio nacional, para la «detección precoz y el seguimiento de la adherencia al tratamiento». «Entendemos que la farmacia tiene un rol también muy relevante para poner foco en los grupos vulnerables muy especialmente en los jóvenes», ha remachado.