La enfermera cumple un papel central en el cuidado nutricional de la población. Y si hablamos de personas que tienen que tener una nutrición que se sitúa ‘en los márgenes’ nos encontramos con que estas profesionales están posicionadas dentro del sistema para prestar una asistencia cercana y directa a los pacientes.

Esta es la idea por la que nace la Guía de recomendaciones prácticas en enfermería ‘Nutrición clínica: de la práctica centrada en la enfermedad a la atención centrada en el paciente’, publicada por el Instituto Español de Investigación Enfermera, del Consejo General de Enfermería de España y avalada por la Asociación de Enfermeras de Nutrición y Dietética (Adenyd).

Para profundizar en las recomendaciones de esta guía, el plató de Canal Enfermero ha reunido a tres de las expertas implicadas en la elaboración de la guía. Marilourdes de Torres, vocal de cuidados nutricionales del CGE y una de las autoras de la guía; Carmen Martín Salinas, presidenta de la Asociación de Enfermeras de Nutrición y Dietética y también autora; e Isabel Girauta, enfermera del Servicio de Endocrinología del Hospital San Pedro de Logroño y coordinadora externa de esta guía, debaten sobre la importancia de la enfermera en este tipo de procedimientos y la utilidad de la guía para el día a día de las enfermeras.

Más allá de dar la mano

“El papel enfermero va más allá de dar la mano. Pero también cumplimos la función de decirle a un paciente que nunca más va a poder comer un bocadillo o un filete, entonces es necesario tener un conocimiento”, comenta de Torres y matiza que la enfermera “tiene que ir más allá” y ser capaz de centrarse en cada paciente y su situación concreta.

“La guía reúne todos los requisitos para que las enfermeras puedan identificar a pacientes con problemas nutricionales y aplicar cuidados específicos relacionados con este campo”, pone de manifiesto Carmen Salinas, que además indica que es una manera de tener un apoyo para el tratamiento de estos pacientes.

Por otro lado, Salinas comenta que las enfermeras no solo proporcionan cuidados, sino que entre sus competencias está la prevención. “Es importante detectar a las personas que están en riesgo o ya están desnutridas”, apunta.

Además, la presidenta de Adenyd pone como ejemplo circunstancias concretas que se pueden dar para que haya un riesgo de desnutrición, como las personas mayores que viven solas, las personas que tienen dificultades cognitivas o, por ejemplo, que tienen dificultades en sus sentidos por la edad y dudan a la hora de si un alimento está en buen estado o no. “Es muy fácil empezar a comer poco y mal”, incide. Asimismo, habla de cómo las personas que “aparentemente están sanas y tienen buena apariencia” y que incluso “tienen una vida social relativamente normal” pueden estar desnutridas y si tienen un problema de salud “las consecuencias pueden ser mucho más graves”.

Mejor respuesta a los tratamientos

Por otro lado, Carmen Salinas indica que hay “evidencia absoluta” de que si las personas están bien nutridas, al tener un problema de salud, responden mejor a los tratamientos y tienen menos complicaciones. “Ingresan con menos frecuencia y, en definitiva, tienen menos mortalidad”, asegura.

La prevención de una situación de “nutrición adversa” debe ser también una de las prioridades de la actividad enfermera. “La incorporación de herramientas de cribado tanto en hospital como en Atención Primaria deberían de estar protocolizada ser de obligado cumplimiento para que no se no nos encontremos un esqueleto en el armario, como se suele decir”, desarrolla Marilourdes de Torres, que añade que hay veces en las que un paciente que tiene “buen aspecto” al cabo de una semana ingresado “no se le ve en la cama del peso que ha perdido”.   

“Es muy importante que las propias enfermeras reconozcan que la nutrición es la base”, resume Isabel Girauta.

Nutrición enteral o parenteral

Cuando un paciente necesita pasar a un modelo de nutrición enteral o parenteral, las enfermeras son no solo las que ayudan a la correcta dispensación de la alimentación, sino las que acompañan a las personas en un momento de cambio tan complejo. “Que vaya por delante que siempre priorizamos la alimentación natural, con enriquecimiento y a veces utilizamos suplementación oral para complementar, sobre todo en ciertas patologías como cáncer de cabeza y cuello. Cuando esto es suficiente es cuando tenemos que ver otras alternativas”, indica Girauta.

Así, la enfermera comenta que el papel enfermero recae, en parte, en educar al paciente en técnicas y cuidados para que este tipo de nutrición “fuera de los márgenes” sea efectiva. “El objetivo, si hablamos de la nutrición enteral, es evitar las complicaciones que se asocian a este tipo de nutrición: alteraciones metabólicas, problemas infecciosos o problemas mecánicos”, comenta Girauta que matiza que el objetivo es “hacer un adiestramiento en técnicas a estos pacientes para que lo realicen bien en sus domicilios”. “Y en el caso de la parenteral lo mismo, incluso con más precisión, porque al utilizar una vía venosa central para la administración de nutrientes hay una serie de riesgos”, añade.

Conocer al paciente

Por su parte Carmen Salinas resalta la importancia de conocer el entorno del paciente “dónde vive y cómo vive” y ver cuál ha sido la aceptación del tratamiento para poder dar apoyo emocional. “Además del manejo técnico que tienen que aprender, por ejemplo a la nutrición a través de una bolsa, tiene que hacer una interrelación entre la enfermera de Primaria y el paciente para tener alguien a quien acudir rápida y directamente”, hace hincapié.

La nutrición tiene mucha parte emocional, más que física. Una vez que el paciente ha entendido como va a ser su nutrición, va a tener tropezones emocionales, y la enfermera es la que tiene que estar preparada para eso”, resume Mari Lourdes de Torres como conclusión.