ÁNGEL M. GREGORIS.- Un viaje para colonizar otro planeta. 5.000 pasajeros en estado de hibernación durante 120 años. Una cápsula que falla y despierta a uno de ellos 90 años antes del aterrizaje. Así comienza Passengers, la nueva aventura espacial de Morten Tyldum, que si bien para muchos pasará desapercibida, para otros supondrá un buen aprendizaje sobre la necesidad de no estar solos.

Tras aceptar el fallo de la máquina y pasarse más de un año buscando una solución, Jim Preston (Chris Pratt), un mecánico que viajaba en la clase baja de la nave, se debate entre despertar a otra de las pasajeras o resignarse a morir solo. Finalmente, Aurora Lane (Jennifer Lawrence), una periodista neoyorquina, será la acompañante de Jim en esta travesía que les cambiará la vida para siempre.

Es en este momento en el que se nos presenta la reflexión más grande de las casi dos horas de película. El protagonista es consciente de que despertando a su compañera la está condenando, pero también intuye lo duro que puede ser envejecer allí sin nadie alrededor. Su decisión, para bien o para mal, marcará el destino de los dos.

El fallo que en un primer momento despierta a Jim se agrava a los pocos años, y juntos deberán enfrentarse a uno de los momentos más duros de su estancia en la nave.

Jim y Aurora, que, probablemente, emprendieron este viaje para alejarse de un mundo que no les correspondía, se ven obligados a disfrutar de una vida que no es la que ellos buscaban al embarcarse. Él por razones técnicas de la nave y ella por la decisión de él. ‘Passengers’ es una historia de amistad, de amor, de soledad y de lealtad. Pero también es la historia del ser humano, un ser humano egoísta, que ya sea en la Tierra como en el espacio tiene unas necesidades y debe cubrirlas. Más allá de la comida y la bebida, las personas necesitamos no estar solas y esto el filme lo relata a la perfección.

No será el largometraje que le brinde su segundo oscar a Lawrence (aunque se merezca uno por año sólo por ser ella) ni el primero a Pratt, pero sí será el que nos haga reflexionar, entre otras muchas cosas, sobre si nos gustaría huir de nuestra realidad para comenzar una nueva vida a 120 años de distancia.