ÁNGEL M. GREGORIS.- Sonia Velado trabaja en Urgencias del Hospital Universitario Fundación de Alcorcón y, a día de hoy, reconoce que no recuerda cómo empezaron a llegar los primeros casos de coronavirus al centro. “Lo tengo borroso, es como una película en la que de pronto nos encontramos aquí. Sin pensarlo, como todos, me encontré metida en todo el mogollón”, afirma. Es enfermera y actualmente se encuentra aislada en su casa porque su prueba dio positivo en COVID-19, pero no ha perdido la esperanza, ni las ganas de sonreír ni mucho menos las ganas de recuperarse. “Quiero que se me pase para volver a las trincheras. Mi vida es esto, estudié enfermería por vocación y me encanta ayudar a las personas. Sé que la parte fea es esta y nadie pensábamos que iba a pasar algo así, pero nuestra labor está al lado de los pacientes y los familiares”, comenta Sonia.

Para ella, repite una y otra vez, lo más duro es tener el virus porque no puede ayudar a sus compañeros. “Más que haberlo cogido y estar con dolores, para mí lo más complicado es no estar allí”, asegura. Asimismo, espera que esto nos enseñe que vamos todos a una, “que no hay banderas ni colores”.

Aunque señala que podría haber más material, quiere dejar claro que en su hospital tienen un EPI y una mascarilla por persona. “Son para todo el día y no es lo idóneo, pero estamos atendiendo a todo. Además, hay que dar las gracias a todos los pacientes porque no nos están diciendo una palabra más alta que otra y están sentados en una puñetera silla de madera”, asevera.

Ella es muy optimista porque, el día que no sea así -dice-, estará bajo tierra. “Bien no me encuentro, pero a lo mejor es que nosotros estamos hechos de otra pasta. El martes me hicieron una placa y estaba bien, pero tengo muchos dolores articulares, musculares, mareos, tengo el estómago revuelto… Creí que era cuestión de tres o cuatro días, pero parece que das un pasito para adelante y dos para atrás. La respiración la tengo bien, pero el problema del COVID-19 es que un día estás bien y a lo mejor al día siguiente empiezas con dificultad respiratoria y ya tienes neumonía bilateral. Por eso, si empiezas con esta dificultad, hay que ir al hospital”, cuenta.

También reconoce que a veces ha tenido miedo, pero no con esta enfermedad, sino con todas. “Yo pienso que esto tiene que pasar y me recuperaré. Ahora estoy aislada en el salón y mis hijas y mi pareja en sus habitaciones. Cuando utilizo zonas comunes, voy corriendo con la lejía. Yo los tenía muy mentalizados porque sabía que esto podía pasar y es cierto que cuando se convive con personal sanitario la familia tiene más asumido estas cosas. Sí es verdad que mis padres lo viven de otra manera y están más asustados, pero es lógico porque soy su hija y no pueden venir a verte ni echarte una mano. Mi hermana también se lo merece todo porque es ella la que está en estos momentos trayéndonos la compra a nosotros y a mis padres para que no salgamos”, comenta.

Aunque ella sí que ha hablado con sus compañeras de que “esto es una guerra que nos ha venido”, está segura de que vamos a ganarla, “a lo mejor más tarde que pronto, pero venceremos”.

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