ÁNGEL M. GREGORIS.- La travesía de Tick, un drag queen homosexual con un pasado heterosexual, a través del desierto australiano para conocer a su hijo de seis años marca la trama principal de Priscilla, una divertida historia de amor, confidencias y, sobre todo, de lucha por la libertad, que se representa en el Teatro Nuevo Alcalá de Madrid. Tras recibir una llamada de su exmujer, el protagonista decide emprender un viaje con otros dos amigos (Bernadette y Felicia) para representar un espectáculo de transformismo en el casino que ella regenta en Alice Spring, en el centro de Australia.

Un autobús bautizado como “Priscilla”, mucha purpurina, tacones y trajes de todos los colores y de lo más estrambóticos acompañan a los protagonistas durante varios días de camino hasta llegar a su destino. Eso sí, el trayecto no será fácil. Durante el recorrido, los tres (dos drag queens y un transexual) se ven obligados a enfrentarse a un mundo homófobo y retrogrado que, en muchas ocasiones, no acepta lo diferente.

Aun así, las adversidades que se van encontrando en el camino no son suficientes para amedrentar sus fuerzas y conseguirán recorrer el país enseñando su ‘show’ a los habitantes de los pueblos e invitándoles a dejar atrás sus prejuicios.
Canciones míticas e imborrables de la música disco como ‘Go west’ de Village Peo-ple, ‘I will survive’ de Gloria Gaynor, ‘I say a Little prayer’ de Aretha Franklin, ‘Hot stuff’ de Donna Summer y ‘Like a prayer’ de Madonna son algunos de los temas que ponen la banda sonora a uno de los musicales de la temporada, que ha llegado a Madrid con la misma producción con la que se estrenó en Londres en 2009.

Reseñables son también, con permiso de los protagonistas, las tres voces principales del ‘show’, que van hilando el espectáculo mientras se descuelgan desde el techo con arneses y vestidas como auténticas divas de la música dance.

La buena aceptación de crítica y público durante estos primeros meses no hace más que demostrar una vez más que las grandes obras que están representándose actualmente en España no tienen nada que envidiar a las superproducciones del Broadway neoyorquino o del West End londinense.