RAQUEL GONZÁLEZ ARIAS.- Jóvenes y universitarios. Ese parece ser el perfil más habitual de aquellos que se muestran reticentes a la vacunación. ¿Los motivos? La propia juventud, que se antoja como una especie de inmunidad ante la enfermedad, y la exposición a redes sociales, una autopista por la que los bulos en salud circulan como en la Fórmula 1. Si a esto le sumamos que 1 de cada 5 profesionales sanitarios se muestra reticente a recomendar vacunas, según el estudio Vaccine X, conseguimos que parte de la población no es que sea antivacunas, no, pero prefiere no vacunarse.

“Fábricas de memes”

Con el objetivo de llegar a esa población, desde “Salud sin bulos” acaban de lanzar la campaña “Las vacunas no son una broma”. Una original propuesta que pretende atacar la desinformación con su misma “medicina”: el humor. Para ello, han contado con profesionales sanitarios, pero también con guionistas y humoristas que ayuden a construir mensajes capaces de detener y desactivar los bulos en vacunas.

Como explica Carlos Mateos, coordinador del Instituto Salud Sin Bulos, “durante la pandemia se han difundido muchísimos bulos sobre las vacunas. En el caso de los memes, está demostrado que se construyen en ‘fábricas de memes’ en vacunas y que estos son capaces de generar y cambiar estados de opinión”.

El humor es la llave que hace que esos memes lleguen a los ciudadanos y estos los compartan casi compulsivamente e inunden las redes sociales sin que nadie o muy pocos los cuestionen y rebatan con argumentos científicos.

Qué hacer

Como explica Rosa Sancho, vicepresidenta de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (Anenvac), “muchos bulos y memes caen por su propio peso de lo absurdos que son, pero otros pueden llegar a pasar como algo cierto y es ahí donde está el verdadero peligro”. Como primera recomendación, esta enfermera hace hincapié en no contribuir a su difusión: “debemos estar alerta y ser siempre críticos. Cuando un meme transmita una idea errónea, por gracioso que pueda parecer, no debemos compartirlo más y debemos, en lo posible, contribuir a desmontarlo”. Entrar al “barro” que se genera muchas veces en Twitter puede disuadir a muchos profesionales, pero al menos, insiste Sancho, hay que desmontarlo en el entorno.

Para el “cuerpo a cuerpo” en redes sociales una de las claves está en tener formación actualizada. “En el Consejo General de Enfermería -explica Guadalupe Fontán, de su Instituto de Investigación- trabajamos precisamente en esta línea: proporcionar información actualizada y herramientas que permitan a nuestras enfermeras estar siempre al día”. Además, aconseja “dar mensajes positivos y huir del enfrentamiento, desplegando todas nuestras habilidades de comunicación. El objetivo es llegar a las personas de manera asertiva y constructiva. Ante mensajes negativos, debemos mantenernos firmes y utilizar argumentos sólidos”.

Enfermera escolar

En esta lucha contra los bulos, Rosa Sancho se ha referido también al papel de la enfermera escolar: “los más jóvenes son los que se ven más afectados por los bulos. Lo de la salud no va con ellos, desconocen qué enfermedades se previenen con las vacunas y no son conscientes de su importancia. Por eso, las enfermeras escolares son muy importantes. Hablan su mismo lenguaje porque están acostumbradas a trabajar con ellos, saben cómo funcionan y pueden advertirles: ‘ojo con la información que te llega y cuidado con lo que difundes’”.

Más información

“Las vacunas no son una broma” contempla distintas acciones como la detección de bulos peligrosos para posteriormente desactivarlos. Y en esa línea incluye también formación para que los profesionales aprendan a combinar los argumentos científicos con el humor y así contraatacar los bulos en su propio terreno.